Secuela extraoficial, homenaje, o parodia, o las tres cosas a la vez, de "Blood Feast" (considerada la primera película gore de la historia), "Fonda sangrienta" presenta a un pequeño clan familiar dedicado a las artes oscuras y la comida rápida cuyo cerebro es, literalmente, un cerebro con ojos metido en un tarro que da instrucciones a sus descerebrados compinches a grito limpio (a pesar de no tener boca) para que lleven a cabo un antiguo ritual pagano. Para poder hacerlo necesitarán trozos de chicas, y siguiendo las normas no escritas del género serán chicas guapas y a ser posible ligeras de ropa. Los excedentes los despachan en su restaurante, que por cierto es un restaurante vegetariano, para solaz de pandillas de jovenzuelos imposiblemente horteras (para eso eran los 80). Lógicamente no puede uno esperar de una película así sesudas meditaciones sobre la vida y la muerte, ni oscuras atmósferas de terror y angustia, ni suspense inteligente. Ni falta que hace. "Fonda sangrienta" es lo que es y ofrece lo que tiene: violencia gratuita, tías en tetas, algo de sangre, musiquilla hortera y sobre todo humor, a veces negro, a veces absurdo, a veces sencillamente idiota, pero siempre divertido. Todo ello, eso sí, en cantidades industriales, sin cortarse un pelo, con un ritmo trepidante y sin concesiones románticas ni pamplinas: se nota (y se agradece) que esta no es una película concebida "para toda la familia".

De entre las toneladas de "comedias terroríficas" que se produjeron en los 80 está es una de las más entrañables y divertidas. Y de las más pasadas de rosca. Lo uno va con lo otro. Así que dale la tarde libre a tu cerebro y...a disfrutar.