Poco después del gran éxito que supuso "El día de la bestia", Alex de la Iglesia se fue a las Américas a rodar esta superproducción para lo que era el cine español de entonces, con un planteamiento de road movie sangrienta basada (vagamente) en hechos reales que era poco común en general, y totalmente inédito en el cine español. La apuesta era ambiciosa, pero no acabó de salir bien. "Perdita Durango" trata de combinar terror, erotismo perverso, humor negro, amor, y sátira social en un conjunto que en más de una ocasión se le va de las manos a su director y que resulta tremendamente irregular.

Rosie Pérez sostiene la película haciendo verosímil su extraño papel en todo momento, y aporta a su personaje una sensualidad magnética y un carácter tan perverso como fascinante; en cambio Javier Bardem no acaba de resultar creíble y su santero maligno resulta demasiado caricaturesco para inquietar. El resto del reparto, secundarios de lujo y cameos sorprendentes incluidos, cumplen correctamente. Hay momentos de humor marca de la casa muy logrados (los padres de la chica gringa, por ejemplo), y alguna escena angustiosa y excitante a la vez (la de Perdita con el chico gringo, por ejemplo), pero también hay un buen número de escenas terroríficas fallidas, de giros de guión rebuscados e inverosímiles, y de altibajos de ritmo, a lo que también hay que culpar de una duración excesiva para lo que se cuenta.

Buen intento de hacer algo peculiar y diferente. Pero quedó en eso, en el intento.