Ya lo siento, porque no tengo nada ni contra Michael Winner ni mucho menos contra Charles Bronson, pero tengo que decir que esta primera entrega de la saga de "Death wish" (partida en España en dos especies de minisagas con títulos diferentes, batiburrillo que explico en spoiler por si a alguien le interesa) es una película bastante deshonesta. No porque su mensaje sea más o menos carca, allá cada uno, sino por dos motivos fundamentales: primero, se basa en una novela que plantea dilemas morales acerca de la idea de tomarse la justicia por la propia mano y trastoca su mensaje para convertirse en una apología sin fisuras del ojo por ojo. Y segundo, se nos va explicando como para los tontos la evolución del personaje principal, como era liberal pero se va haciendo conservador porque "le obligan", en un proceso bastante lento y bastante tedioso desde el punto de vista cinematográfico, pero algo rudimentario si lo que se quería es hacer que la evolución resultase creíble. Y el personaje del yerno "moñas" que parece estar ahí solo para crear un contraste entre el "hombre blandengue" (como decía El Fary) que es un inútil y el "hombre de verdad" que tiene lo que hay que tener para actuar. Y tampoco hacía ninguna falta todo esto: su mensaje, que es bastante simple, no necesitaba de tanto rodeo ni de tanta coartada: no en vano a todos, da igual nuestra ideología, nos habría encantado volarle los sesos a alguien que nos ha hecho alguna perrería. ¿O no? Y yo, si van a apelar a mis instintos primarios, prefiero que vayan al grano y que no me mareen.

Tiene sus virtudes, ojo. La ambientación en un Nueva York inseguro y cochambroso está muy lograda, las escenas de violencia están muy bien resueltas, las interpretaciones son correctas para lo que pedía el papel y consigue trasladar cierto aire de película del oeste a un entorno urbano con éxito.

Yo, en todo caso, me quedo con sus secuelas. Son igual de simples en sus planteamientos pero más ágiles y más divertidas.