Cuando empecé a ver "Hijos de la anarquía" me gustó. Le sobraban subtramas románticas cursis, le faltaba un poco de profundidad y pecaba de cierta fantasmería en algunos momentos, pero tenía buenos personajes bien encarnados por un reparto muy solvente (premio gordo para la carismática y temible Gemma que borda Katey Sagal), diálogos muy ácidos y un aire de western contemporáneo bastante agradecido. Aparte de estar técnicamente muy bien hecha. La historia que contaba, la lucha de un club de moteros que controla un pequeño pueblo contra otras bandas que quieren meterse en su territorio y paralelamente la tensión entre su líder y el hijo del líder anterior, no era del todo original pero estaba bien narrada, con ritmo, y con giros emocionantes.

Luego llega la segunda temporada, y es lo mismo que la primera, pero en vez de tenérselas con moteros chicanos, los "Hijos" se las tienen con unos nazis. En la tercera se enfrentan con unos terroristas del IRA. En la cuarta con mafiosos rusos y traficantes mexicanos. Y en todas, de regalo, contra policías y agentes federales entre cínicos y corruptos. Y en todas ellas la banda, perdón, "El club", está a punto de disparatar pero se une frente a un enemigo común. Y en todas ellas el inevitable enfrentamiento entre "el rey" y "el príncipe" parece inminente pero se aplaza "por el bien del Club". Y en todas ellas los "Hijos" se meten en innúmeras peleas que siempre ganan. Y de las que casi siempre salen sin un rasguño, aunque haya tiros, atropellos, bombas y toda la pesca.

Mediada la cuarta temporada me bajé de la burra y no quise saber nada más. Pero teniendo en cuenta que se llegaron a hacer otras 3 (¿o eran 4?), no veo imposible que "El Club" acabase enfrentándose a Terminator, Godzilla, las legiones romanas, la armada imperial, Freddy Krueger y el ejército de las tinieblas. O todos a a la vez.

Y ganando, claro.