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6
7,1
12.259
Drama. Comedia
Daniel Mantovani, escritor argentino galardonado con el Premio Nobel de Literatura, hace cuarenta años abandonó su pueblo y partió hacia Europa, donde triunfó escribiendo sobre su localidad natal, Salas, y sus personajes. En el pico de su carrera, el alcalde de Salas le invita para nombrarle "Ciudadano Ilustre" del mismo, y Montavani, contra todo pronóstico, decide cancelar su apretada agenda y aceptar la invitación. (FILMAFFINITY)
26 de abril de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El punto de partida es facilista. Un intelectual extremadamente antisocial pasa de estarse burlando de una invitación a aceptarla de un momento a otro. No cierra.
El argumento en torno al cual se edifica la película resulta atractivo. Oscar Martínez ofrece una correcta interpretación. No le sobra nada y quizá carezca de algunos matices.
La película escalona una serie de argentinismos mediocres con otros geniales. Equilibra. El guion no está redondo. La dirección aparece presurosa. Hay primeros planos bastante extraños y el montaje es pésimo, serie B. Los personajes en general tienen un buen desarrollo. No hay secundarios de peso escénico. Más allá de esto, la película tiene la virtud de dejarnos pensando, en el poder del lenguaje para fijar ciertas cosas, por ejemplo. También tiene la capacidad de satirizar a una gran mayoría de los aplaudidores del asunto. La mirada argumental del film supera por lejos a la cinematografía. Es frío, tan frío que permite al espectador crear algunos vacíos en los cuales dejar colar al pensamiento sobre los lugares comunes en el cine argentino, en la miserabilidad humana e incluso algunos lugares comunes dentro de los propios lugares comunes en los que todos caemos indefectiblemente.
El mensaje final es desolador: nunca subestimes a un imbécil armado.
El argumento en torno al cual se edifica la película resulta atractivo. Oscar Martínez ofrece una correcta interpretación. No le sobra nada y quizá carezca de algunos matices.
La película escalona una serie de argentinismos mediocres con otros geniales. Equilibra. El guion no está redondo. La dirección aparece presurosa. Hay primeros planos bastante extraños y el montaje es pésimo, serie B. Los personajes en general tienen un buen desarrollo. No hay secundarios de peso escénico. Más allá de esto, la película tiene la virtud de dejarnos pensando, en el poder del lenguaje para fijar ciertas cosas, por ejemplo. También tiene la capacidad de satirizar a una gran mayoría de los aplaudidores del asunto. La mirada argumental del film supera por lejos a la cinematografía. Es frío, tan frío que permite al espectador crear algunos vacíos en los cuales dejar colar al pensamiento sobre los lugares comunes en el cine argentino, en la miserabilidad humana e incluso algunos lugares comunes dentro de los propios lugares comunes en los que todos caemos indefectiblemente.
El mensaje final es desolador: nunca subestimes a un imbécil armado.