Después de la campanada internacional de “Mujeres al borde de un ataque de nervios” ocho años tardó Pedro Almodóvar en volver a meterse en el bolsillo a la crítica y el público de medio mundo con otro de sus arrebatados melodramas femeninos a golpe de tango, bolero y copla. “Todo sobre mi madre”, probablemente la película más conocida (y premiada) de toda su filmografía, bucea con pulso titubeante en la profundidad del dolor que siempre arrastran consigo esas tres puñeteras piedras en el camino con las que todos nos tropezamos antes o después: la pérdida, la soledad y la muerte. Sentido canto a la mujer, a la maternidad y a la solidaridad entre las personas, la película indirectamente culpable de uno de los alaridos (¡Pedrooooo!) más famosos de nuestro cine fue en su momento, y pese a sus pequeñas imperfecciones, la obra más bella y emotiva del manchego. Una joya para saborear hasta el hartazgo.

Lo mejor: Cecilia Roth (inmensa Manuela) y Antonia San Juan.
Lo peor: la aparición, caracterización e interpretación (error de casting garrafal) de Lola, uno de los personajes claves de la trama. No se carga la película de puro milagro.