Este bodrio, material didáctico en escuelas para niños “y niñas, chilenos y sshilenas” nos cuenta como Daniel, un delincuente alemán y Lena su novia, una azafata de Lufthansa, más caliente que piedra de curanto, se ven envueltos “y envueltas” en el golpe de estado de Chile que en 1973 depuso a Salvador Allende, un títere de la URSS al servicio de Cuba.

Daniel es detenido y enviado a Colonia Dignidad, una comunidad de Alemanes “y alemanas” fundada en la pre cordillera de la zona central de Chile en el año 1961, por un predicador canuto conocido como Paul Shaeffer. Allí se le tortura sobre un “sumier” CIC, con descargas eléctricas de 50.000 V y 4.300 A, y ante las típicas palabrejas que el verdugo pronuncia con los labios apretados:

– Spek chel of you mader!!!, confesss madarfunker!!!.

Él responde entre alaridos y sollozos:

– Nou ou nou may gad jameis confesaring whit may compich ar guan chainese man calling Ominami and guan traitor of air force´s general of francais origen, fader of guan pig red woman.

Y así descarga tras descarga, el pobre pelotudo quedó con los cables más pelados que chape de muñeca de yeso.

Ella, la ardiente azafata, en conocimiento que Daniel había sido llevado a Colonia Dignidad, compró de segunda mano en la “Congregación de los 7 Vasos” un uniforme de novicia y partió al enclave alemán con el sano propósito de que sea aceptada como dama de compañía para todo menester de alguno de los vejetes que oficiaba de mandamás y así conocer el paradero del ahuevonado de su novio.

En el inter tanto, los torturadores se han dado por vencidos dejando al estropajo humano en que se había convertido Daniel en las manos de Paul Shaeffer.

En el enclave alemán es tomado por idiota, se le trata como un ser inservible, útil solamente para que los “sórdidos” soldados chilenos experimente en él las bondades de los mortales gases sarín, mostaza y el fatídico y peligroso gas kétchup sin dejar de lado algún experimento nuclear que los soldados pensaban probar en las bolas de este hombre, con la secreta aspiración de que a futuro se logre implantar el Pinochetismo a nivel mundial.

Pero nadie contaba con la astucia de nuestro “activisto” y su novia azafata, quienes como buenos “jovencitos y jovencitas de la película”, mientras se despiojaban las partes pudendas, dan por casualidad con una red de túneles debidamente iluminados, que los alemanes habían construido bajo la colonia para que “Onkel Paul” y sus secuaces bajen de vez en cuando al pueblo a desaguar las aceitunas, puesto que las mujeres de la colonia, a punta de drogas, se han vuelto más secas que escupo de legionario.