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España España · Santa Coloma de Gramenet
Voto de CC Buxter:
8
Drama Ambientada en 1953, narra el enfrentamiento real que, en defensa del periodismo independiente, mantuvieron el famoso periodista y presentador de la CBS Edward R. Murrow (David Strathairn) y su productor Fred Friendly (George Clooney) contra el poderoso senador anticomunista Joseph McCarthy, hecho que determinó el final de la "caza de brujas". (FILMAFFINITY)
6 de diciembre de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Edward R. Murrow mira fijamente a la cámara y dice: “Buenas noches, y buena suerte”. Se acabó. Baja la mirada para ver a Fred Friendly, coproductor del programa y, como su propio apellido indica, amigo personal. En el estudio de grabación hay una calma tensa. Todos tienen la sensación de que algo grande acaba de pasar, y que más grande aún va a ser lo que pase después. Todos están entre expectantes y satisfechos, mirando a los teléfonos que aún no suenan. See it now, el programa de noticias estrella de la CBS acaba de emitir un programa que ataca frontalmente al senador McCarthy y su política de caza de brujas. Pero ningún teléfono suena. ¿Nadie ha visto el programa en todos los Estados Unidos? Entonces, alguien cae en lo obvio: se le ha olvidado volver a conectarlos. El concierto de teléfonos se prolonga toda la noche.

Esta es una de las escenas que más me gustan de "Buenas noches y buena suerte", una buena película dirigida por George Clooney y que retrata a la perfección una de las variantes del tema “bueno contra malo”, la del periodista insobornable que defiende a ultranza la verdad frente al hombre poderoso y sin escrúpulos. Está rodada en un magnífico blanco y negro.

Clooney es inteligente porque el núcleo central de la película (el periodista no sumiso frente al poder político) está enmarcado, al principio y al final de la película, por un discurso del propio Edward R. Murrow en el que advertía contra los peligros de que la información, y el periodismo en general, atendiese demasiado a los requerimientos derivados de la necesidad de obtener dinero a través de patrocinadores. Murrow viene a decirnos que es peligroso que el poder político intente controlar el periodismo, pero que también lo es que lo haga (de una forma aparentemente más indirecta) el poder económico de las empresas. De esta manera, el mensaje de Clooney no se restringe a los excesos cometidos por la Administración Bush tras el once de septiembre, sino que es aplicable a todos y cada uno de los medios de comunicación que han pasado a ver en el periodismo un producto más que vender (o con el que vender).
CC Buxter
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