Semana tras semana, vemos cómo se estrenan películas que simplemente sirven para llenar la cartelera. No tienen ninguna calidad cinematográfica, pero los espectadores accedemos a verlas para evadirnos del mundo que nos rodea, porque nos mueve el mero entretenimiento.

Desde aquí, me gustaría hacer un reclamo: ‘’Por favor, señores distribuidores, no dejen que nos llegue la peor basura de Hollywood. Si no es gran molestia, rogaría no permitiesen la llegada a nuestras pantallas de futuras Amor y otros desastres’’.

Esta producción burda, simple y soez ofrece una visión de los melodramas hollywoodienses totalmente distorsionada, por no comentar el hecho de que el guionista se consintió el capricho de equiparar su pobre historia a la mítica Desayuno con diamantes. A ver, tengamos dos dedos de frente: ¿quién puede encontrar un pequeño símil entre la dulce y encantadora Audrey Hepburn y la masculina Brittany Murphy?

Matthew Rhys (Cinco Hermanos) interpreta a un homosexual que se ve involucrado en una cita con el chico que está enamorado de Murphy. La historia se complica a medida que va transcurriendo y deja de tener el poco sentido que había al principio. Es una lástima que el personaje de Rhys sea ridículo, a la par que plano, puesto que está demostrado que es un actor capaz de desarrollar cualquier tipo de personalidad con creces. Aun así, este hombre consigue llenar la pantalla.

Para concluir, decir que la mayor decepción que tuve durante la película fue ver que la gran Gwyneth Paltrow y Orlando Bloom habían accedido a hacer un pequeño cameo.


Para gente que hace la siesta en el cine.

Lo mejor: saber que tiene fin.

Lo peor: los bastos diálogos.