Es muy, muy pero que muy difícil dar una prioridad sobre qué corto de Pixar, a partir del 2000, es el mejor de todos. Seguro que sería un tema de intenso debate en cualquier mesa de amigos, aunque yo tengo una respuesta clara: El hombre orquesta. Y por muchas razones: por sus tres fantásticos personajes, por un giro argumental magistral que sorprende, por ensalzar la música como pocas cosas hoy lo hacen y, como siempre, por tener ese Made in Pixar en el que se aúnan el entretenimiento, el humor, la candidez... Y el aprendizaje.

En 'El hombre orquesta' puede verse, de trasfondo, la ruptura que siempre ha estado patente en la música culta entre 'la música por la música' (y el placer del sentimiento nihilista) y 'la música con función'. La división orquestal de los vientos y las cuerdas, y la antigua dualidad griega entre lo irracional (Dionisos, con su flauta) y lo racional (Apolo, con su lira). Y a pesar de sus diferencias y variadas competiciones, 'El hombre orquesta' refleja la dependencia que tienen una de la otra: es sólo cuando las dos tocan, juntas y combinadas, cuando nace la mejor música imaginable.

Y esa es la magia de Pixar: tanta historia, tantas lecturas imaginables en tan poco material. El colmo de la sencillez.