Me gustaría comentar otra película de entre las muchas que estamos disfrutando en estos días, en este caso con el extraño título "Stress-es tres-tres", de Carlso Saura, rodada inmediatamente después de excelente "La caza" (con la que comparte mucho) y "Peppermint Frappé". Y digo que me pareció una prolongación evidente de "La caza" en cuanto al simbolismo y el reflejo de la España de la época, de los traumas y la crispación (y una fuerte violencia latente en el ambiente) en un a sociedad reticente a cambios sociales y conformista con una falsa modernidad (no hay que olvidar que estamos en 1968).

En "Stress-es tres-tres" Saura dispara contra en núcleo familiar y las relaciones de pareja y la rémora de la religión y la frustración en una generación destrozada. Rodada en tres partes, la primera una fantástica road movie con estética muy nouvelle vague presentando al trío protagonista y con algún pasaje muy hitchcoriano, con una magnífica fotografía de Luis Cuadrado que muestra los inhóspitos paisajes desérticos de Almería que enrarecen aún más el ambiente.

En la segunda, más simbólica, se nos muestra su paso por un poblado donde vive la familia del protagonista y se describe claramente toda la miseria social y el peso de la tradición; fanatismo religioso, machismo y desconfianza, con una clara presencia buñuelesca (inquietante el niño y su obsesión por los animales, un Norman Bates en potencia, sin duda).

Y la tercera y definitiva, una extraordinaria y surrealista escena en la playa en la que Saura despliega todo su arsenal metafórico burlando a los censores (en esto era un maestro) y donde todo de precipita hacia un inteligente final que, como siempre en este director, nos deja con más incertidumbres que certezas.

La película funciona tan bien por el destacable trabajo del trío protagonista; Geraldine Chaplin, Juan Luis Galiardo y Fernando Cebrián, los tres sensacionales.