Una tercera parte coherente y en la línea marcada en el mito de Bourne.
Matt Damon consigue dar total credibilidad al personaje, mostrando su ansiedad por conocer la verdad y a la vez su remordimiento por la estela de víctimas que va dejando a su paso. Ya no hay vuelta atrás y el agente secreto amnésico no cesará hasta llegar al origen de su historia, estirando el hilo de una compleja trama destapada por un periodista tras una filtración en la cúpula de Treadstone.
Greengrass coloca la cámara junto a Bourne y le acompaña en su frenética búsqueda, y con ella el espectador, que vive las persecuciones como si fuera en el asiento del vehículo de Bourne. Este estilo de filmar, a veces criticado por mareante, creo que es todo un acierto porque te sitúa en la acción desde dentro, prácticamente puedes sentir los golpes. Estas allí, no eres un espectador, lo vives.
A todo ello hay que resaltar el trabajo de los actores" secundarios" de la trilogía. Desde Chris Cooper en la primera, Franka Potente, Brian Cox, Clive Owen, Karl Urban, y más tarde Joan Allen, David Strathairn o Julia Stiles. Dan una réplica de altura a Damon y dotan a la trilogía de un plus de calidad incuestionable. También destacables los aspectos técnicos, montaje, banda sonora y un guión ajustadísimo y que no se aparta nunca de lo que realmente importa.
Como únicos peros a la película, pero sin ser excesivamente relevantes, quizás el papel de Edgar Ramirez (Paz), no consigue transmitir el rol de un asesino implacable, y la frialdad de los personajes, ya que apenas transmiten emociones si exceptuamos a Bourne. Es por lo único que no consigue el diez.
En cualquier caso, un clásico instantáneo del cine de espías y una demostración de Paul Greengrass de como entretener de forma inteligente. Que aprendan otros....

Saludos.