Esto es fácil. Tan solo se necesita poner la cinta en el radiocasete y pulsar play. El resto viene solo. "Breakdance" sigue los pasos de la melodía de un cuento fantástico para adolescentes urbanos, tal como se entendía a mediados de los ochenta.

En todo caso, la factoría Cannon, tras los platos, pincha lo que haya que pinchar cuando de lo que se trata es de hacer caja: hip-hop, break, boogie... Si te descuidas, esos gánster de la serie B, esa dupla formada por Golan y Globus, te lanzan un scratching que te deja embobado, como ese póster de "West Side Story" que luce de forma descarada en un momento durante el metraje de la película.

Travesura ocurrente o "fresco" de una moda, lo cierto es que hay escenas donde considero que la coreografía sí es un fiel reflejo de la forma artística retratada, por no hablar de determinados diseños de vestuario tan descuidados como acertados.

Visto así, y dejando a un lado su categoría de 'placer culpable' para parte de la generación de jóvenes que vivieron el fenómeno y su estreno en salas de cine, "Breakdance" alcanza la nota de aprobado. Algo de lo que no podían 'presumir', en su currículum escolar, muchos de esos mismos jóvenes durante aquellos años. Ni falta que hacía. Y es que entonces la calle era la escuela; y su ritmo, la vida.

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