Surrealista, frívola, snob, absurda, tipica, TÓPICA, predecible hasta la saciedad... así es The O.C. Y yo lo sabía, pero quería verla, porque luego llegaba al instituto y sólo hablaban de Ryan y Marisa, de si por fin se había liado o no.. y yo no podía participar en la conversación. ¿Por qué? Porque mi padre (Gracias, papá, ahora me doy cuenta) se negaba a que en mi casa se vieran estas "mierdas de niños pijos" (palabras textuales). Y ya podía suplicar yo, que nanai.
Finalmente, como la pasaron a las tardes, logré ver algún capítulo que otro, y comprobé así cuánta razón tenía mi padre, además, me aburría soberanamente. La protagonista era la tía más sosa de la historia (claro, que cuando empezó aún no había aparecido Amaia Salamanca como Cata), el protagonista "buenorro" me resultaba falso, enano y feo (¿estaban locas mis amigas?), las fiestas eran siempre igual de aburridas... ¿cómo podían ser tan aburridas unas fiestas con tanto cachè? Y lo único bueno, y motivo de mi cuatro era Seth Coen, el friki que sólo me gustaba a mí, y que me hizo pasar a ser la friki de mi grupo. Esa sonrisa no merece un uno, ni un dos ni un tres. Además, era el único mínimamente inteligente de la serie. Su chica también era graciosa, insoportable, pero graciosa.