La historia comienza al finalizar el cuento... Giselle ha encontrado por fin al príncipe de sus sueños, que nada más besarla le pide que se case con él. Obviamente ella acepta, quién necesita más? Pero la malvada madrastra del príncipe, por miedo a perder su trono, estropea el final feliz del precioso cuento, que en cinco minutos cuenta ya con ogros, rescates, animales cantarines, príncipes y brujas, y la tira a un pozo que la llevará a un lugar horrible, un lugar en el que no han existido JAMÁS los finales felices... New York! (podría haber sido cualquier otra ciudad, pero ya conocéis a los americanos). Es aquí donde ella descubrirá la cruda realidad, lo malo de las personas, las dificultades para sobrevivir... y quizás algo más...
Entre tanto, el príncipe Edward va en su rescate, el vasallo de la madrastra va detrás del príncipe para que no encuentre a Giselle, y también trata de matarla; la ardilla que trata de ayudar al príncipe pero descubre que no puede hablar en ese lugar; y la pobrecita Giselle siendo la rescatadora y no la rescatada en este mundo al revés, salvando a un hombre que había dejado de creer en las hadas, había dejado de volar, y lo peor de todo: no dejaba que su hija lo hiciera por miedo a que chocara contra el suelo.
Me encanta! Los dibus convertidos en personas; la malvada bruja Sarandon, qué grande; la parodia al caótico mundo neoyorkino; el príncipe valiente y apuesto, estupendo secundario James Marsden; las canciones horteras a todas horas; los vestidos hechos con cortinas; los bailes de palacio;