Lo tenía a Lee Chang-Dong de la fantástica Shi del año 2010, así que fue ése el principal precedente que me decidió a ver este producto posterior, esta obra que realiza ocho años después. Aprendí algo. Una película mala puede, como los ladrones, estar agazapada y sorprenderte en cualquier lado: detrás de un buen director, bajo una excelente puntuación en la ficha de Filmaffinity, disfrazada con el ropaje falaz de críticos profesionales o disimulada con muchos premios o nominaciones de esas prestigiosas instituciones que tienen que premiar algo, lo que sea, so pena de dejar de existir. Que cada quien saque sus conclusiones. Mi corolario es que forma parte inevitable de los gajes del oficio cinéfilo el clavarse incluso muy a menudo un amargo truño.

Que no otra cosa es esta Boring -digo, Burning-, película estirada a más no poder, que tarda una hora -o más, no sé- en arrancar, que cuando arranca finalmente ya te tiene bufando, y que en ese estado te alcanza sin ganas, sin energía ni humor para ponerte a cavilar sobre los vanos acertijos que propone.

Una pena por el director, que parecía promisorio. Film innecesario, intrascendente, olvidable. No lo tengas en cuenta.