Tan solo el concepto de la serie ya pulsa tantos interruptores en mí que Penny Dreadful lo tenía todo para fascinarme antes de empezar. Esa Inglaterra victoriana de cuentos de terror góticos, mis personajes favoritos de mi época de la literatura favorita, mezclados con guiños a Shakespeare… Lo tenía todo. Para colmo, una vez metidos en materia, la dirección J.A. Bayona es sencillamente espectacular, no sólo la ambientación y todos los apartados técnicos son más que sobresalientes, es que el nivel de dirección me atrevería a decir que está por encima de True Detective o Juego de Tronos.

Pero si estamos en esta edad de oro de la series americanas no es sólo porque los apartados técnicos pueden competir al nivel de Hollywood, si las citadas series (añadamos Homeland o Breaking Bad sin pestañear) son tan geniales es además por unos guiones apabullantes, y si Penny Dreadful se queda sin cruzar la meta, es porque a pesar de que lo que hace Bayona es de matrícula de honor, con composiciones de plano realmente astutas e impactantes, con climas desasosegantes de mucho mérito, el guión es realmente pobre y el argumento sorprendentemente disperso. No parece haber una dirección que tomar más que la de acumular monstruos, situaciones morbosas y sustos sin mucho sentido (atención al final del segundo capítulo). Para colmo las interpretaciones son también más flojas que otra cosa. ¿Qué necesidad había de sacar de su merecido (para el público) retiro a Timothy Dalton?

Veremos como avanza. Pero mucho me temo que se va a quedar en una serie deliciosa por fuera pero rancia por dentro, incapaz de fascinar como las grandes.