Mal enfocada, desaprovecha una de las temáticas más interesantes que hoy día el cine podría evocar. Desperdicia la mordaz crítica que debería ser y se pierde en historias ajenas al tema principal, de esas que se tocan en cualquier film de sobremesa. Cuando quiere tocar la fibra toca, agudiza nuestro aburrimiento. Su comienzo potente se pierde debido probablemente a la falta de talento de Jason Reitman. Adam Sandler y Jennifer Garner son eso, estrellas de la sobremesa; actores correctos sin más y sin riesgos. El cartel llamará la atención de los modernos que seguramente incluso puedan llegar a venerar esta mediocre cinta cuyo mejor momento es la repetida cita de Carl Sagan.