Una de las cuestiones que demuestran le genialidad de Hitchcock, y en parte de la novela "Psycho" de Robert Bloch, es la ingente cantidad de subproductos (de todas las categorías) que han derivado de la película "Psycho" (1960). Desde las secuelas de la propia película, hasta remakes, series o películas de segunda (o incluso tercera) categoría. Para mí, el único aliciente de este telefilm es la casa (aparece en la primera y última imagen, en la portada)... pues es casi lo único que tiene en común con sus antecesoras. No quiere continuar ninguna línea, ni ninguna saga, de hecho, se quiere alejar tanto que termina por alejarse de sí misma, por perder todo fuelle y toda esencia. No es terror, ni comedia, ni drama... sino tan sólo, una mala película que, eso sí, tiene el poder de entretener (si ya estás entrenado con telefilms de los años 1980, claro). Su inverosimilitud roza lo ridículo y lo único que te genera interés es pensar qué será lo siguiente que ocurra. Esa idea te mantiene despierto. Despierto como cuando vas en el metro, cansado, y sabes que no te puedes dormir porque no puedes pasarte tu parada, además es tarde y afuera hace frío y llueve. Una rareza prescindible que mancha la icónica y victoriana casa de Norman Bates.