La primera vez que ví Arrebato no pude dormir. En la cama, mi cabeza seguía dando vueltas a la historia que acababa de ver, incapaz de asimilar lo que allí se había contado. Estaba fascinado de tal manera que al día siguiente tuve que volver a poner la película, y aprehender todo cuanto mis sentidos no habían logrado alcanzar, y que estaban dispuestos a poder hacerlo lo antes posible. Podría decirse que necesitaba volver a verla, que, en cierto modo, la película quería vampirizarme. Cuando fui consciente de ello, me di cuenta de la magnitud de esta obra maestra, en tanto en cuanto tenía la capacidad de traspasar el fotograma e introducirse de lleno en el espectador. Frecuentemente, deseo volver a verla

Aquí poco importan el sonido, la iluminación o las interpretaciones. Lo importante es el Concepto. Igual que en el Arte Contemporáneo, "Arrebato" supera al Objeto. Poco importan las formas, lo importante es la idea...

En cualquier caso, debo decir que todos esos aspectos técnicos supestamente mediocres son parte del poder hipnótico de esta película. Desde el sonido (y esa BSO tan desasosegante), hasta la fotografía sucia, pasando por unas interpretaciones algo grotescas pero auténticas y llenas de vida.