Una pequeña decepción a mis sentidos ha sido este último trabajo de Fernando Meirelles, donde se mezcla la denuncia social y una historia de amor algo curiosa, por ese sendero es por el cual Meirelles se salva,arropado en una estupenda Rachel Weiss muy alejada de superproducciones como la momia, aquí prácticamente sin maquillar, que consigue que ese romance de los protagonistas llegue en mayor o menor medida al espectador. El resto más de lo mismo, pobreza, muerte y desolación. Sin llegar a profundizar en los grandes problemas del continente africano, que por supuesto son las enfermedades y el hambre, pero también las guerras y la inexistente educación que provoca no solo que los paises desarrollados se aprovechen de ellos si no que además se exterminen entre ellos mismos. Una pena, y una buena oportunidad para decir más cosas sobre África que se desperdicia.