El año pasado Bobcat Goldthwait estrenaba "God Bless America", una locura que reescribía y adaptaba a los tiempos modernos la historia de Bonnie & Clyde llevada hasta sus consecuencias últimas, hablando sobre la vida tal cual la entendemos en este nuevo siglo y los problemas que pueden serle ocasionados a ciertas personas. Con un tono hilarante y salvaje, Bobcat no emitía juicios y se limitaba a mostrar cómo dos psicópatas (un hombre mayor y una adolescente) se enfrentaban al 'mundo'. En "Sightseers" tenemos algo similar, una versión negrísima de este tipo de historias sobre personajes disfuncionales que ven el mundo desde un punto de vista diferente.

Ben Wheatley, que ya sorprendió con la fresca "Kill List", pasa de tomar partido en la narración y se limita -como Goldthwait- a mostrar las acciones de Alice Lowe y Steve Oram; ella, que había vivido hasta ahora con su madre siendo atormentada por esta última a raiz de un accidente con su perro, y él, novio de la primera, un pelirrojo que durante una semana decide coger una caravana e irse con su novia a hacer un pequeño tour turístico, de vacaciones. Lo que no sabremos hasta pasados unos minutos es que ambos personajes están mal de la cabeza y que lo que se inicia como una comedia muy británica termina por ser esto mismo pero teñido del negro más intenso. Secuencias para el recuerdo hay un buen puñado y este par de tarados podrían pasar a la historia como los criminales más "bienintencionados" de la historia, al no haber justificación ni premeditación, sólo arrebatos en los que deciden liberarse, abandonar su frustración, de la forma más rápida posible.

Pese a que pueda leerse entre líneas una pequeña crítica lo que permanece al final es una comedia negrísima de carcajada continua, un alocado divertimento que hay que ver para creer, imaginativo e ingenioso, no sólo a través del diálogo sino haciendo uso también de la imagen y de todas las herramientas cinematográficas que Wheatley tiene a su disposición. Y todo con un delirante -y perfecto- final.