Siendo la figura del vampiro mi favorita dentro del cine de terror y fantasía, esperaba con especial emoción esta "30 días de oscuridad". La razón principal era su director, David Slade, quien me dejó alucinado con Hard Candy. Otra de las razones fue el éxito de 300, brutal adaptación del cómic a la pantalla que también me encantó. Pero al final ni una ni otra, dado que es una película que empieza cojonudamente y poco a poco se va hundiendo hasta llegar a un final malo a rabiar, que quizá en la novela gráfica tenga algo de fuerza, pero aquí no es el caso.

La historia es bastante convencional: en un pueblo de Alaska, cada equis tiempo sucede que es de noche durante 30 días. Y en ese momento, con un mes a su favor, un grupo de vampiros totalmente diferentes a los habituales llega al lugar para arrasarlo y aniquilar a los humanos que viven allí. Evidentemente escapan unos pocos que les opondrán resistencia o, al menos, lo intentarán.

Como decía al principio, la idea es la repolla y está bien aprovechada por momentos. El problema es que todo llega de sopetón. De unos 20 minutos iniciales calmados, al total desastre en unos segundos, lo cual se antoja especialmente atropellado. Del mismo modo, hacia el final se tiende a lo fácil -esto quizá sea culpa del material original-, llegando a una escena que me parece bastante bochornosa. Más incluso que una similar en Blade 2. Lo mejor de la película es la construcción de un par de personajes y el nuevo enfoque que se les da a los vampiros.

La dirección de Slade no es mala, pero el reparto tampoco está especialmente convincente y todo se va a la mierda. Si a eso le sumamos el bajón que pega, nos queda una película que suspendería de no ser por su primera hora más o menos, que mantiene en tensión dos o tres veces. En resumen: si te gustan los vampiros, vuelve a ver alguna de las “clásicas”. Esta es un festival gore bastante pobre y desaliñado sin ningún interés real. Y es una lástima, la verdad... por que tenía potencial.