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Voto de Caith_Sith:
4
Fantástico. Comedia. Terror Duncan es un hombre que tiene un demonio dentro de sus intestinos, un mal que le causa estragos internos hasta que, durante una sesión de terapia, Duncan le da permiso para salir. Highsmith, el psicólogo de Duncan, explica que el demonio es la personificación de su ansiedad. Al permitirle salir ha abrazado a su demonio interior y, por tanto, le asigna el nombre de Milo. (FILMAFFINITY)
20 de septiembre de 2013
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine parece haber demostrado que los conceptos similares pueden convivir cuando ambos representantes son abanderados por la calidad. Tenemos ejemplos a montones, tanto de los positivos (la visión de los gangster de Scorsese o Tarantino, por ejemplo) como de los malos, cuya cifra probablemente sea bastante más numerosa. Pero quizá la primera vez que escuchamos eso de “copia de…”, o plagio directamente, fue a raíz del éxito de “E.T” de Steven Spielberg. Los que vivieron en los 80 podrán citar docenas de películas con aliens o monstruos simpáticos que surgieron tras ésta. “Bad Milo” es una hija tardía de aquel fenómeno, una película que hace muy bien su trabajo a la hora de replicar e sentimiento ochentero pero que, tristemente, no se atreve a ir más lejos.

La historia nos cuenta cómo un hombre está gestando en su intestino una especie de hijo-de-mierda (literal), que funciona como una representación de su lado reprimido, malvado. La criatura se le aparece cuando se pone nervioso o se cabrea, aniquilando a quien haya sido el causante de tal estado de ánimo. El diseño del bicho es muy simpatico, claro: es feo como el demonio pero tiene su punto gracioso, casi como si fuera pensado para vender muñecos (ahí está parte de ese espíritu mercantilista ochentero, a lo “Gremlins”, “E.T.” o “Critters”). La idea de fondo es correcta, pero tristemente no el resto.

“Bad Milo” está repleta de imperfecciones por su caída en el trazo grueso, desde un humor que funciona sólo a ráfagas hasta una capacidad intermitente para generar humor a través de los códigos del terror, revertidos. Si tan sólo se atreviera a ser algo más y no se conformara con replicar a sus modelos podríamos hablar de una película, no imprescindible, pero desde luego más estimable. Se queda no obstante en una curiosidad, no del todo descartable para una tarde de domingo (se ve sin problemas, no aburre) pero en el fondo no es más que una de esas películas clónicas que llenaban las estanterías del videoclub en los 80, como “Ghoulies” y derivados. Podría haber sido mucho peor, eso sí.
Caith_Sith
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