"Lucy" es una película donde está todo, y donde no hay nada. Es una lluvia de ideas, un brainstorming con patas, con un perfil mutable e indefinido, que abraza la irregularidad y la convierte en su arma principal, captando influencias de aquí y allá para construir una piel intercambiable. Hermana de sangre de "Under the Skin", también con Scarlett y con ciertos puntos en común más allá de este nexo, funciona como su precuela y además se recicla en la resurreción de Luc Besson como cineasta, firmando la que es su mejor película desde "León (El profesional)". O desde luego, su mejor 'concepto', porque aquí no hay tanto una escultura como el material con el que se la moldea. El arranque, que puede remitir a "Boarding Gate", es sólo una excusa para poner sobre la mesa una historia de venganza y desenfreno al más alto nivel, y para confirmar todo esto contamos con la imponente presencia de Choi Min-sik (protagonista de "Old Boy"); alejada de "Crank", con sólo un ápice de la imponente "Nikita" del propio Besson, aquí se plantea algo mucho más importante: ¿importa la lógica? La respuesta es un tajante no. ¿Y por qué se explica todo continuamente? No se sabe, ni importa. "Lucy" es un estímulo y está encantada de conocerse.

Sobran cosas (Freeman dando el coñazo continuamente), pero lo que hay, vale su peso en oro: algunas setpieces de acción son espectaculares, como cierto tiroteo en un hall de una universidad (Matrix estuvo aquí), la entrada al hospital o el del propio arranque, con un montaje paródico, en el que con sorna se insertan bloques de documental sobre naturaleza que ejemplifican que todo esto es una gran broma. Pero el bombazo, el pelotazo de "Lucy", llega en sus últimos quince, veinte minutos. Si no habías hecho pie en el resto del metraje, aquí desconecta porque Besson le devuelve la pelota a Paul W.S. Anderson (que se basó abiertamente en "Nikita" para su saga "Resident Evil") y pasa por varias fuentes (Scanners -Cronenberg-, Tetsuo -Tsukamoto-, Lain -Nakamura-, Ghost in the Shell -Oshii- o Ultravioleta -Wimmer-) para llegar a un bloque que se introduce en lo divino: ridiculizando la premisa de "2001" o "Tree of Life", directamente hacia la fuente. Es por decirlo rápidamente, lo que la fallida "Transcendence" de Wally Pfister quiso ser. O igual no. Igual "Lucy" es una película infecta, mal contada, con una realización videoclipera -en el mal sentido- e ínfulas de cambiar la reglas del cine de acción moderno. Quizá esté siendo un hipster por defender una obra claramente irregular, a la que se le pueden poner peros; pero uno de ellos no será el acomodarse en las formas del blockbuster, pues es una película estimulante que invita a dejarse llevar. No en un sentido intelectual o pirotécnico: buscando algo intermedio. Si Besson sigue haciendo este cine, ganamos todos.