Al acabar de ver La noche de Halloween se pueden sacar dos lecturas. La primera es bastante lógica, una expresión de sorpresa ante lo que se acaba de ver. La segunda es una extensión de la segunda, básicamente una que nos hace plantearnos la razón por la cual a día de hoy, en pleno de 2007, las películas siguen siendo exactamente iguales que esta joya que nos regaló Carpenter en 1978.

La cinta tiene un arranque brutal, visceral, en el que vemos en primera persona, tras los ojos de un joven con una máscara, cómo este asesina a su madre en la noche de Halloween. El seguimiento de la cámara, la violencia explícita, el rostro angelical del crío vestido en su traje de payaso con un cuchillo en la mano. Los seis mejores minutos iniciales que he visto en cualquier película de terror. Todo aderezado con el sensacional tema principal de la serie sirven como inicio a una cinta que marcó un hito y coronó a Jamie Lee Curtis como una 'scream queen'.

La cinta, posteriormente, continua por un camino realmente interesante pero tampoco muy innovador, o que al menos ahora sabe a muy visto por que, como decía previamente, Halloween ha sido copiada hasta la saciedad -y lo sigue siendo-. Hay escenas realmente cojonudas, como la muerte de algún personaje (el tío, mismamente), los actores hacen un papel decente, Myers impone y tiene carisma como asesino, especialmente sin decir ni una palabra. Su máscara, sus andares, su intención de matar a toda costa, son bastantes señas de identidad para calificarle como un villano carismático sin falta de nada más. Y el final de la cinta es redondo, deja con ganas de más y está claro que es muy comercial, enfocado a las secuelas... pero es cojonudo. Sin duda alguna, una de las mejores cintas de "terror" de los 70 y la que abrió las puertas a las miles que vinieron a posteriori centradas en los psychokillers.