Pasa algo muy raro en la primera película en solitario de André Øvredal: demuestra tener oficio. Todo comienza como en otros falsos documentales, con unos rótulos en los que se nos sitúa dentro de la acción antes de pasar a visualizar los sucesos que servirán como eje a la narración. En 2008 un grupo de chavales se metieron donde nadie les llamaba y acabaron encontrándose a un cazador de trolls que trabajaba para el gobierno y que, ayudado por una veterinaria, había descubierto la forma de acabar con las criaturas místicas antes de que llegasen a ser vistas por la población civil. Los tics del género se mantienen: interpretaciones amateur -reforzando la 'hiper-realidad'-, mucha cámara en mano y una fotografía sucísima, en contraste con los bellos paisajes noruegos que se muestran.

La verdadera sorpresa es ver cómo André Øvredal, con apenas tres millones de dólares, es capaz de sacar adelante toda la película haciendo uso de unos efectos especiales que no sólo funcionan de maravilla sino que en las cuatro, cinco escenas de impacto en las que los trolls tienen protagonismo, no quedan muy lejos de lo conseguido por producciones mucho más ambiciosas como "Cloverfield" de Matt Reeves. Las escenas en las que aparecen estos personajes están fantásticamente resueltas, sobre todo la última, en la que varios planos alejados, el uso de la luz y el contraste con el escenario hacen que todo funcione tan, tan bien, que no cante para nada que todo es digital. Vamos, que lo de "mockumentary", si no fuese por lo absurdo de la propuesta, sería como para no creérselo..

Desgraciadamente todo lo que no tiene que ver con estas secuencias es bastante normalillo. La cámara en mano funciona de maravilla pero las escenas "normales" no tienen ni la fuerza ni la garra necesaria para sobresalir, siendo, de hecho, bastante malas. Los personajes tampoco son en absoluto interesantes, y el guión está algo desaprovechado. Pero el talento y energía de Øvredal a la hora de sobreponerse a los límites presupuestarios hacen que el viaje merezca la pena con un tramo final muy bien resuelto. Hay que seguirle la pista a este tipo, puede hacer grandes cosas si le siguen dando el dinero justo y no se lanza a dirigir algún Blockbuster sin alma de aquí a un tiempo. Lo que no se puede negar es que la modestia de esta producción está por encima de su irregularidad; vamos, que merece la pena verla.