Tenemos aquí otro ejemplo de cómo realizar una película de terror simplemente insinuando sin mostrar al monstruo a los diez minutos. Una de las virtudes del cine de terror de aquella época era narrar una historia normal y corriente, sin maldiciones ni tonterías así, como si fuese un drama cualquiera y a medida progresaba el argumento -por que de aquellas lo tenían- introducian pequeños matices terroríficos que, unidos a unas composiciones musicales notables, metían el temor en el cuerpo del espectador. Ejemplos como "El exorcista", que es tanto terror como un auténtico drama o esta misma "Al final de la escalera" sirven para confirmar que algo ha cambiado.

La historia es, pues, lo más normal del mundo: Un prestigioso compositor musical pierde a su familia y para olvidar y seguir adelante se traslada a una vieja casa situada lejos de su lugar natal. Pero algo se complica. Las puertas empiezan a abrirse solas, los ruidos no cesan y todo parece conducir hacia el final de la enorme escalera de la mansión. ¿Qué ocurrirá? Con una base tan típica se consigue que hasta la escena más, a priori, ridícula, sea realmente impactante. Momentos sensacionales como cuando todas las puertas se cierran solas y un magnífico uso de la luz/oscuridad, unido por supuesto a la música, hacen el resto.

Las interpretaciones son igualmente buenas, sin necesidad de mostrar sobreactuaciones (enorme Nicholson en El Resplandor) ni nada similar. George C.Scott está perfecto y Thrish Van Devere le sigue el rol de forma perfecta. Los secundarios los arropan sin concesión, encontrándonos ante un reparto sólido y cuidado. La fotografía, por otra parte, es incluso mejor.

De hecho la cinta me parece mucho más influyente de lo que podría parecer en un principio. Sin ir más lejos, guarda bastantes similitudes con "Ringu"* esa maravilla nipona que ya cuenta con dos continuaciones y un remake (desgraciadamente), notándose la obra japonesa inspirada en esta de Peter Medak. Los efectos especiales son sublimes para su época e incluso a día de hoy consiquen mantener en tensión. Quizá ya no consiga tanto como en 1979, pero está claro que es la dirección perfecta que todas las cintas de terror deberían seguir, lejos de "Screams" o "Hostels".

*Continua en Spoiler