Los avances de "El origen de los guardianes" (Rise of the Guardians, 2012) no pintaban bien, en parte por su (feo) diseño de personajes. Pero al final resulta que la película del debutante Peter Ramsey es mucho más digna de lo anticipado, siendo una producción que en su modestia encuentra su mayor arma y que evoca a aquellas aventuras ochenteras que tanto gustan a los nostálgicos que pertenecemos a esa época. Lo que tenemos al final es una película de vuelo raso que se alza con fuerza en sus engranajes emocionales pero que brilla, sobre todo, a nivel visual. En una etapa en la que cada vez es más difícil sorprender ésta lo consigue gracias a un sobresaliente trabajo de animación, unos protagonistas excepcionalmente animados y unos fondos de impresión. No tenían fácil replicar este universo imaginativo, pese a tener como material original el libro de William Joyce, pero en Dreamworks siguen demostrando que cuando no se dedican a poner a personajes tirándose pedos (Shrek) son capaces de llegar tan lejos como se lo propongan.

Es "El origen de los guardianes" su película más emocional y sentida, la más honesta, sin llegar por supuesto a lo que suele conseguir Pixar (incluyendo su reciente e infravalorada "Brave") pero manteniendo un dignísimo nivel sobre todo cuando no pretende ser graciosa. Su inicio es por ejemplo sobresaliente, en el que vemos el nacimiento de Jack Escarcha con una técnica alucinante. Lo que viene después aboga más por el espectáculo (las escenas de acción, sólidas, son quizá lo menos conseguido) pero cuando la cinta se calma y permite respirar a sus personajes alcanza niveles de más calado. El guión de David Lindsay-Abaire no pasa de funcional y aglutina referencias a cascoporro, siendo su estructura básicamente la de una película de superhéroes. "X-Men 2" por ejemplo, con la que guarda más de una cosa en común, pero la construcción de algunos personajes pareciera sacada de "Harry Potter" (el protagonista, su relación con los miembros del grupo) o "Hércules" de Disney (el villano es Hades con menos sentido del humor).

Al final lo sorprendente es que funcione todo el cóctel, y no porque la película sea maravillosa (lejos está de serlo) sino porque en conjunto hace las cosas bien, sin despegarse de su público potencial (los niños, a los que da voz dentro de la pantalla) pero sin insultar al adulto que les acompaña. La nota definitiva la pone una genial partitura de Alexandre Desplat y la aportación de Roger Deakins, acreditado como consultor visual... y se nota, pues de la misma forma que lo lograba en "Rango" (Gore Verbinski, 2011) su estilo define por completo el tono de lo que ocurrirá. Total, una película modesta que puede desagradar porque a nivel narrativo es muy básica, y su estructura puede discutirse, pero que como fábula navideña no sólo es original e imaginativa... es que es única. No venderá regalos a los críos pero les entregará 90 minutos de magia animada. Bastante es, tal como está el patio.