"Wake Wood" se empeña por recuperar el terror de hace unas décadas y no sorprende que le salga bien: produce la resucitada Hammer Film Productions, cuna de algunos de los grandes clásicos del cine del género (sin ir más lejos los films de Drácula de Christopher Lee). Vale, han pasado muchos años desde que aquel tipo de cine triunfase y de hecho la segunda película que la productora ha sacado al mercado parece haber salido rana ("The Resident" - Antti Jokinen, 2011); pero da igual. La obra de David Keating funciona porque no se limita a ser una sucesión de escenas con dudosa capacidad para crear terror, sino que en el fondo es un drama con elementos sobrenaturales en el que llegan a importarnos sus personajes y que hasta su tercer acto resulta además un soplo de aire fresco a tanta propuesta clónica.

La historia se inicia con la muerte de una niña a causa del ataque de un perro. Cuando sus padres descubren que hay una forma de traerla a la vida, no lo dudan... pero claro, no todo sale tan bien como esperaban. "Wake Wood" se sustenta en dos correctas interpretaciones de Aidan Gillen (el carismático "Meñique" de "Game of Thrones") y la atractiva Eva Birthistle, y se apoya en un reparto de secundarios que da solidez a una propuesta que huye prácticamente siempre de los tics del género de los últimos años para construir un nuevo soporte basado en los modelos clásicos. Villa rural, gente con sus propias costumbres, elementos sobrenaturales... bebe de joyas como "Wickerman" y añade elementos de "Pesadillas de R.L. Stine". El resultado es modesto pero estimable y llegaría mucho más alto sin las concesiones que se hacen en el tramo final. Aún así, merece la pena que los espectadores pacientes le den una oportunidad (insisto: es un drama con elementos sobrenaturales, no terror basado en subidas repentinas de la música), aunque sea por recordar que antes de que las rubias se tropezasen por todos los bosques del planeta, el género coronaba cumbres más elevadas gracias a algo llamado "atmósfera". Merece la pena.