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España España · San Vicente (Alicante)
Voto de Miguelote:
10
Thriller. Intriga. Drama Benjamín Espósito es oficial de un Juzgado de Instrucción de Buenos Aires recién retirado. Obsesionado por un brutal asesinato ocurrido veinticinco años antes, en 1974, decide escribir una novela sobre el caso, del cual fue testigo y protagonista. Reviviendo el pasado, viene también a su memoria el recuerdo de una mujer, a quien ha amado en silencio durante todos esos años. (FILMAFFINITY)
16 de febrero de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me fascina esta película, es la que me llevaría a una isla desierta. De entre el ramillete de mis grandes pelis favoritas, la tengo en el número uno; eso sí, seguida muy de cerca por la trilogía de El Padrino. Y es que tiene de todo: intriga, drama, comedia, amor… El guion se desarrolla con una facilidad pasmosa para pasar de la investigación del enigma a la historia de amor; de ahí al fino humor o a la carcajada; luego nos puede dejar helados con la magnitud de la tragedia e inmediatamente después emocionarnos esperando un beso entre los protagonistas. Quizá el único lunar sea el maquillaje del asesino y del viudo cuando son mayores; pero en fin, no tiene importancia.
Mi secuencia favorita es aquella en la que el juez (genial Mario Alarcón) reprende a sus subordinados con frases magistrales como: “… tal parece que yo no soy un juez sino que soy un reverendo boludo…” o (para mí, la mejor) “¿Y a que no adivina a nombre de quién está (el auto)?: Es… Espo… Esposi…”. Entonces hay un silencio de varios segundos que se puede cortar con un cuchillo… y Darín dice “… to”. Todo ello, en un enfoque estupendo de la cámara, con Guillermo Francella en el centro de la imagen, al fondo, aguantando la risa muy dignamente, ladeando el oído para escuchar a Ricardo, y bajando la mirada para no estallar en una risotada delante de las narices del juez. Da igual las veces que vea la película, siempre lloro de risa, y no sé cómo pudieron grabarla en un plano secuencia, sin estallar a carcajadas, aunque la repitieran un montón de veces. Lo único que siento es que el juez no mencionara la meada del ayudante; vaya, hubiera sido una guinda estupenda.
Otra escena magnifica es en la que el viudo que interpreta Pablo Rago, intenta sonsacar a la madre del presunto asesino, el paradero de éste. Es un modelo de contención y emoción que encoge el corazón y que pienso que debería figurar en todas las escuelas de interpretación. Ya nos deleitó Pablo con su papel en la excelente serie Vientos De Agua, también dirigida por Juan José Campanella, y aquí vuelve a estar espléndido.
Pero la película está plagada de secuencias fantásticas, que no tienen desperdicio, como la del magnífico falso plano secuencia del estadio. O como en la que Darín va caminando con el inspector de policía, hablando de las dos clases de pelotudos, en una conversación seria pero muy divertida; llegan a la escena del crimen y se queda estupefacto ante lo que ve; entra una melodía suave de piano y se difumina el resto de conversaciones, lo que da mayor impacto al rostro de Ricardo. Acabamos de pasar de la diversión a la tragedia sin solución de continuidad de forma excelente. Por no hablar del impactante final… demoledor.
Guillermo Francella (el compañero de Darín), es un secundario realmente brillante, dando en todo momento un toque de ternura y humor que se te instala en el corazón. Mantiene una fina línea de borrachín excelente, sin llegar a la sobreactuación, lo que hubiera resultado negativo. Esas frases tipo: “banco de esperma, sección préstamos, dígame”, las dice como nadie y me troncho de risa cada vez, no importa las veces que la vea.
Otro acierto es la forma de filmar muchas secuencias, no grabando al personaje claramente, sino agazapando la cámara detrás de una puerta, o de otra persona, o de una pila de papeles, pretendiendo que el espectador no vea directamente la escena, sino que la espíe… que se mantenga al acecho… que la escudriñe... Es otra forma de filmar, muy interesante. En fin, una delicia excelente digna de ser vista decenas y decenas de veces. Mi voto es un 10… y porque no hay más.
Miguelote
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