Nunca un libro tan malo ha dado (en España) una película.... tan mala. Hay que reconocerlo, la película y el libro son malos. Muy malos. Una literatura con una calidad ínfima, y una película con un poco más de calidad, pero única y exclusivamente a los grandes actores que en ella participan y al menospreciado director (Don Rafael Gil).

Sin embargo, la película tiene un tinte nostálgico que provoca una crítica hacia el sistema autonómico español, que desgraciadamente, se ha vuelto visionario. Y es de aplaudir, como en la década de los ochenta, una libro (y posterior película), ha podido predecir el desmoronamiento del sistema autonómico. Nosotros estamos viviendo la parte final de la película, mientras que ellos estaban viviendo el principio. La creación de una autonomía sin ningún pilar ni ninguna base. Los motivos por los que se desmorona nuestro actual sistema político son diferentes a los motivos que argumenta la obra, sin embargo, las actuaciones y los comportamientos de algunos personajes son clavados a lo que actualmente estamos viendo.

Centrándome únicamente en términos de cine y de entretenimiento, no les aconsejaré fervorosamente que vean esta película. Ni estará en una lista de las 100 películas que hay que ver antes de morir (aunque si probablemente la pondría en una lista de películas que hay que ver para entender la transición española). Pero si tienen la posibilidad de verla y ninguna otra cosa que hacer, háganlo. Es un rato entretenido que pasarán. El humor es facilón y con numerosos tópicos que han servido para crear películas actuales con numeroso éxito ("Ocho apellidos catalanes" o "Grupo de Élite").

Sin embargo, les aconsejo que antes vean otras películas del cine español y del gran Alfredo Landa. Esta, puede esperar a que disfruten de otras muchas películas antes que ella.