Tengo la estúpida tendencia a excederme en mis escritos, divagando al más puro estilo del novel director pedante. Así que resumiendo, ya que de esta película se ha dicho todo lo que se tenía que decir, aprovecho que estoy escuchando los 42 minutos de "Las cuatro estaciones" de Vivaldi para expresar mis sensaciones:

La primavera:

El director empieza tirándome un cebo y yo como pez de agua dulce pico sin pensar. He picado pero no me ha cocinado (¿por qué está 15 años secuestrado y de golpe lo liberan?).

El verano:

El director me da hilo, juega conmigo, el vaivén del sedal debería derrotarme. ¡Este tipo es un fan de Tarantino!

El otoño:

Me está llevando por un camino que no quiero ver; tanto jugueteo me está cansando...¡Me aburro! (como diría Homer, ejem...los doblajes del cine asiático actual son un crimen al noble arte del doblador de antaño). Creo que voy liberarme de este anzuelo oxidado y demasiado pequeño para tan gran presa (porque yo lo valgo).

El invierno:

Un último cuarto de película que te deja las escamas de la piel plateadas, como El invierno de Vivaldi. Cuando me creía libre, presto a devorar las migajas cinéfilas de esta película, me veo atrapado en la red de cerco, cocinado al horno y servido como plato principal.

Esa última "estación" de la película, bien valen los bostezos del otoño.

Saludos.