Damas y caballeros, muchos nos hacemos continuamente la misma pregunta: ¿existe vida allá en el Universo, fuera de la Tierra? ¿Cómo es? ¿Cabe la posibilidad de que allá a lo lejos, a miles de años luz, exista una especie inteligente que haya llegado adonde hemos llegado nosotros, o tal vez incluso más lejos? ¿Y si, de repente, pudiéramos establecer un contacto?

"Contact" es, junto a "Náufrago", la mejor película de Robert Zemeckis, una película que reflexiona de forma íntima, sincera y sobria sobre este tema tan complejo, un tema de ciencia, conciencia, moralidad y fe. Se trata de una película avocada a diseccionar la primera y la última en sus logros y en sus errores, a poner a cada una en su sitio y a buscar la mejor manera en que podrían complementarse dejando atrás todo conflicto, politiqueo, fanatismo o ánimo de lucro.

Además, "Contact" es una bella metáfora sobre la soledad del hombre en el Universo representado en la protagonista, magistralmente encarnada por una encantadora Jodie Foster, quien parece perseguir algo que hace tiempo que perdió. Ese viaje a través de las mayores maravillas que puede ofrecer la ciencia la conduce hacia una nueva perspectiva, una irrepetible experiencia de fascinación, humildad, esperanza y admiración por algo inmenso, algo superior a nosotros, algo de lo cual formamos parte, algo que estuvo ahí antes que nosotros y que sin duda estará después.

"Contact" es una película que emociona, entretiene, y hace que el espectador sienta con gran fuerza los cuatro humores de la protagonista en cuento a los personajes que la rodean... salvo el grotesco personaje interpretado por Matthew McConaughey.
La película busca sugerir, y en mi opinión lo consigue, que la fe en Dios (o en otra cosa, algo superior, algo que se halla detrás de todo cuanto podemos o no podemos ver) no tiene por qué ser únicamente un falso antídoto psicológico contra los males de este mundo (lo cual es ridículamente reduccionista), sino un sabio, espiritual, sensible, humilde y pacífico medio de comunión con aquello que llamamos Naturaleza, algo que nos da verdadera fuerza para vivir soportando la duda.

Toda la película busca eso: criticar duramente el radicalismo, el instinto maquinal de las creencias de la gente, a través de un acontecimiento sobrecogedor. Es raro ver una película dispuesta a mantener un equilibrio entre dos facciones opuestas. Esa películe es analítica y al 100% introspectiva, sin moralina ni filosofías baratas.

Menuda escena inicial. Qué bella y qué enormidad.
Y joder, menuda escena final, de una inolvidable Jodie Foster a punto de dar un paso increíble...

Damas y caballeros, gene Roddenberry estaría orgulloso. Vida larga y próspera.