Muchas veces habréis oído a mucha gente decir que "The Empire Strikes Back" es el mejor capítulo de la saga galáctica iniciada por George Lucas. Aunque yo ni comparta ni rechace esa opinión, he de decir que francamente no es para menos. De hecho, creo que es para mucho más, pues aunque "Star Wars" nació como una saga desde el primer capítulo, para muchos literalmente empezó y terminó en esta entrega... porque es mucho más especial de lo que parece.

Ya no dirige ni escribe Lucas. La dirección se le encargó a Irvin Kershner, mientras que el guión se les confió a Leigh Brackett y a Lawrence Kasdan. George Lucas, por su parte, fue quien escribió el "argumento".

Si algo puede definir a "The Empire Strikes Back" como paradigma de una continuación superior a su precursora, es que sencillamente se lanza a por todas.
Después del exitazo de la primera, a ésta se le dio un presupuesto inmensamente mayor y eso se puede notar en cada fotograma: esos vestuarios de los rebeldes, los tauntaun, la batalla de Hoth, el frondoso mundo de Dagobah, la gloriosa persecución del Halcón Milenario en el cinturón de asteroides, la elegante Ciudad de las Nubes, el entrañable maestro Yoda, el duelo final de espadas láser entre Luke Skywalker y Darth Vader...

Esta película posee muchos más recursos que la anterior y la posterior, y no sólo técnico y visuales.
De hecho, quizá fue esta película la que realmente imbuyó de magia al fenómeno de la Fuerza a través del entrenamiento de Luke a manos de Yoda, tan frustrante como espiritualmente liberador, y la sobrecogedora escena que lo culmina.
Pero quizá lo más digno de aplauso es el clímax: el momento en el que el joven Luke, aún sin conocer sus propios poderes, desafía al abyecto y aparentemente invencible Darth Vader para vengar las muertes de su desconocido padre y Obi-Wan. ¿Un encuentro predestinado desde que se nos presentó a ambos personajes en la película anterior?
Difícil de asegurar, pero cabe elogiar ese clímax tan feroz, tan agresivo, tan tenebroso y tan íntimo.
Y sí, su final es tan desconcertante como sobrecogedor.

En ese punto, amigos, la saga "Star Wars" pareció alcanzar su mejor momento y, aparentemente, augurar su mejor futuro. La imagen final de los protagonistas con su "mirada hacia el horizonte" causó una gran emoción, y una sorprendente espectación por su próxima aventura. ¿Mereció la pena, para ello, sacrificar su auto-conclusividad?
Es una lástima que las películas posteriores no hicieran justicia a lo que esta película consiguió.