Segunda entrega de la adaptación de la saga más prolífera del señor C S Lewis. Como bien es de imaginar, estamos ante una nueva "El Señor de los Anillos" para niños, no en vano brindada por Disney.

Lo cierto es que la cosa ha mejorado en cuanto a la anterior, al menos en la mayoría de los aspectos. Esta película es un poquito más adulta e inteligente, pues podría decirse que los "buenos y malos" no son como son o están donde están sin motivo, lo cual ayuda a eliminar el tufo a Guerra Santa que imperaba en la anterior y primera entrega.

Sin embargo, los cuatro protagonistas siguen siendo excesivamente repelentes y sosos, salvo tal vez Lucy. El nuevo, el príncipe Caspian, se gana la película para sí solo.
Cabe a añadir que la agradable sorpresa de la película anterior se ha esfumado para dejar paso a lo ya conocido. Los animales parlanchines ya no son tan simpáticos, a excepción de la rata Reepicheep, suerte de personajillo de fantasía digno de la factoría de Beatrix Potter.
Por lo demás, la magia ha perdido peso (no en vano nos cuentan cómo la magia parece extinguirse en Narnia), pero los trabajos de Weta Digital siguen brindándonos preciosos paisajes y escenarios, el impresionante castillo de los telmarinos, sus armaduras (destacando la coraza del rey Miraz, interpretado por Sergio Castellito) y algunas escenas de gran belleza, como los encuentros entre Lucy y Aslan, y la aparición final del gigante del agua. El personaje de Aslan ha ganado muchísimo respecto a la anterior: aquí le vemos mejor hecho, con mayor interacción (la escena en la que Lucy se abraza a él está genial) y más mágico. La voz de Liam Neeson le sigue viniendo al dedillo.

La banda sonora, al iguál que la de la anterior, una delicia. Harry-Gregson Williams sigue currándoselo genial.

En resumen: película de fantasía de Disney protagonizada por niños, solo que con niños bastante repelentes y en versión bélica.