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España España · Madrid
Voto de paki:
8
Drama Adaptación de un libro de John Carlin (Playing the enemy). En 1990, tras ser puesto en libertad, Nelson Mandela (Morgan Freeman) llega a la Presidencia de su país y decreta la abolición del "Apartheid". Su objetivo era llevar a cabo una política de reconciliación entre la mayoría negra y la minoría blanca. En 1995, la celebración en Sudáfrica de la Copa Mundial de Rugby fue el instrumento utilizado por el líder negro para construir la unidad nacional. (FILMAFFINITY) [+]
22 de febrero de 2010
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo no podría vivir sin el cine y la literatura, porque no son, únicamente, instrumentos de evasión y de entretenimiento: son eso y, además, todo lo demás. Y hay autores que son capaces de dárnoslo todo. A veces, torrencialmente, en una sola novela o película; y otras, por entregas o por capítulos. Pero siempre son interesantes y, algunas veces, geniales. Clint Eastwood es uno de esos autores mágicos. Y le llamo "autor" porque es un creador capaz de transformar un guión, una escena o una novela en una recreación que lleva su firma y su toque único. Y le llamo "mágico" porque siempre te va a gustar. Y lo mejor es que nunca sabes qué es lo que va a hacer. Esa es también una de sus características: que se sale de todas las clasificaciones, estilos o temas. Todo lo ha experimentado y todo nos lo ha dado a probar. A veces es un poco amargo, o dulce, o triste, o extraño, diferente o conocido, pero siempre es emocionante y épico tomarlo. Siempre tienes la sensación de degustar el trabajo, el placer y la pasión de alguien que ama lo que hace, y lo comparte contigo.

Esta película, tal vez no sea original. Ya hemos visto emocionantes "evasiones o victorias"; muchas palabras de encendido idealismo; bellísimas de confraternización universal; figuras históricas increíbles que parecía que podían cambiar el mundo tal como lo conocíamos; momentos de la historia en que pedir lo imposible parecía que podría ser lo único posible; historias de superación personal casi inhumanas e inconcebibles. Hemos visto todo eso tantas veces que ya no lo creemos, sobre todo cuando, salimos del cine y nos enfrentamos a la realidad y a la vida, y sufrimos tanto con el contraste que perdemos el gusto por las bellas palabras irrealizables. Acaso con esta película pasa eso un poco: enfrentarnos con la dignidad, el coraje, el idealismo y los ideales de justicia, igualdad y libertad para todos de un político como Mandela, nos da escalofríos cuando lo comparamos con los políticos de nuestros días. Y ¡qué interpretación la de Morgan Freeman, por favor! Por un momento se me olvidó la auténtica del auténtico, porque Morgan era el rostro y el espíritu de ese hombre decente, trabajador, inteligente y humano llamado Nelson. No importa que lo que diga sea grandilocuente, a fuerza de ser tan bello que sea irrealizable; cuando lo escuchas te das cuenta que esa es la auténtica forma de ser y de vivir.

Y, luego, el rugby. Otro milagro de Clint. No sé nada de ese deporte, ni mucho menos de la selección de Sudáfrica. De hecho, tampoco sé mucho de ese país, excepto de lo que supimos un día por la vergüenza mundial que fue el "apartheid". Y, sin embargo, al cabo de una hora de película estaba en mi asiento, enardecida con los "nosequeboys", tan emocionada como si estuviera viendo al Atleti de mi corazón jugándose una Copa del Mundo. Y ganarla. Clint siempre consigue hacerte soñar y creer lo imposible... Es el puto amo: el amo de su destino, el capitán de su alma y el mejor director del mundo.
paki
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