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España España · Madrid
Voto de paki:
9
Drama Léo Lauzon es un niño que vive en un humilde barrio de Montreal, atrapado en una sórdida existencia. Cada noche intenta evadirse por medio de los recuerdos, los sueños y su desbordante imaginación, pero la cruda realidad familiar interrumpe siempre sus fantasías: tiene un padre obsesionado por la salud intestinal de toda la familia, un hermano culturista que vive preso del miedo, dos hermanas que padecen trastornos mentales, un abuelo a ... [+]
4 de enero de 2010
40 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
No le pongo un diez porque no es bueno revolcarse en la tristeza. Ni disfrutar tanto con ella como yo lo he hecho al ver esta película. No le pongo un diez porque me he mirado en el espejo de ese niño y me he reconocido ahí detrás. Me he recordado hace mil años cuando la niña que me miraba era pálida, fea, larguirucha, cuatroojos y sabihonda; y yo la quería linda, dulce, simpática y popular. No le he puesto un diez porque he reconocido a mi madre y mi padre y mis abuelos y mi hermana y primos y todos los seres maravillosos e inolvidables de mi infancia que nunca supe reconocer y querer en la medida que se lo merecían, que era inconmensurable. No le pongo un diez porque no me di cuenta que la imaginación eran unas gafas mal graduadas que idealizaban el mundo de los sueños, engrandeciéndolo, mientras me hacían la realidad tan pequeñita y desenfocada que nunca pude disfrutar de ella. No le pongo un diez porque, con los años, yo también me he perdido en la cordura, y no he sido capaz de mantener viva a la niña que fui: la que leía con la luz de la nevera o la linterna debajo de la manta; la que se enamoraba del vecino porque era idéntico al Ulises de vuelta a Ítaca, del dibujo marrón-azul de su libro preferido; la que cruzaba todos los días los puentes de su barrio de "entre vías" como si fuera una espía del orient express entre Estambul y París; la que iba en autobús con su madre, a visitar al médico, sintiéndose una pionera del viejo y lejano oeste; la que bailaba el lago de los cisnes en el descansillo del tercero mientras aplaudían los millones de sabanas de la casa de enfrente. Y la que escribía todo eso. Sin destino. Escribir para que nadie lo lea, solo para crearlo y recrearlo en el fondo de tu cabeza, dentro de un armario o en el fondo del mar... Lugares llenos de luz donde uno estaba a salvo y no acechaba la vulgaridad, la miseria, la rutina, la enfermedad o la locura. Ni el miedo. Lugares donde uno era libre.

Y no le pongo un diez porque, entre los sueños y la realidad, caímos en una tierra de nadie donde flotamos a la deriva, pero solos no, Léolo, yo contigo y tu conmigo. Tu te pareces a Ulises y yo soy una chica morena de finos tobillos que sabe canciones de islas blancas en medio del mar azul...
paki
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