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España España · Madrid
Voto de paki:
10
Drama. Romance Basada en tres cuentos de Chejov. El arquitecto Romano Patroni (Marcello Mastroianni), ahora venido a menos, ahora trabaja en el bar de un barco a vapor, y se dispone contarle a un incidental cliente ruso, llamado Pavel (Vsevolod Larionov), su historia de amor con una compatriota suya llamada Anna (Elena Safonova), la dama del perrito, mientras ambos estaban casados y huían de sus parejas. (FILMAFFINITY)
10 de febrero de 2012
5 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Toda la historia gira sobre Romano. Y Romano es Marcello Mastroianni, porque después de verla no me imagino esta película protagonizada por otro actor. Y Romano es un seductor maravilloso de los que ya no quedan, porque también va de eso. De la seducción, de la belleza, del amor, de la fantasía y del final de muchas cosas. De ese punto último y mágico que marca la plenitud de algo, cuando está en su máximo esplendor, pero también a un milímetro de empezar a evaporarse. O sea, de la decadencia. Romano coincide en un crucero con un viajero ruso y le cuenta la historia de su vida. Es un hombre mayor y decadente que va a relatar su vida pasada. Tiempos mejores, desde luego, pero en los que se adivina que es un hombre nostálgico, pero todavía alegre. Un loco por vivir y por amar que aún sabe disfrutar de los placeres de la vida, aunque solo sea en sus recuerdos.

Romano es un italiano que añora Rusia, porque las personas especiales han nacido donde ellos quieren. Y es también, y a la vez, un burgués, un aristócrata o un mendigo porque en realidad es un príncipe, ya sea en los palacios más lujosos o en una fiesta gitana, porque en cada lugar, de cada momento, sabe disfrutar y exprimir lo mejor de la vida… Así que las vivencias que cuenta a su admirado oyente reflejan ese gusto por la vida, la belleza, el placer y el amor… Sobre todo, el amor, porque la historia más hermosa que le cuenta Romano es cómo conoció a la mujer que le enamoró y le permitió expresarse tal como era: un caballero, un amante, un aventurero, un romántico, un gitano ruso y un conde italiano. Todo por el amor de una mujer. Nadie más que él hubiera entrado en la piscina de lodo para rescatar su sombrero, coger una flor y salir de allí, con su traje blanco inmaculadamente sucio, como un auténtico príncipe. Ahí todos le aplaudimos, ella se rindió, el caballero ruso sonrió y yo me enamoré…

Ay! ya no quedan amores así, ni cuentos, ni paisajes, ni palacios, ni, sobre todo, hombres como Romano… Ahora es cuando, sí que sí, empieza la verdadera decadencia…
paki
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