No me extrañó nada cuando vi todo el "merchandising" que se ha hecho con la carita de Audrey. Era una mujer preciosa. Dulce, tierna, armónica y perfecta. Un rostro con ángel que siempre parecía luminoso y fresco, pero que también podía expresar sensualidad. No solamente tenía los rasgos perfectos y aniñados que han tratado de imitar millones de mujeres con su eye-liner, sino que ha regalado planos a toda pantalla de mujer apasionada y enamorada. De hecho, se pegó el filete con los más grandes, guapos y fascinantes hombres de su época y de todas las demás... Gregory, Humphrey, Gary, William, Cary, Sean ¡qué envidia! a eso se le llama tener buena suerte, además de glamour y encanto.

Ésta no es mi película favorita de ella. Tal vez me quedaría con Charada, porque Cary era el hombre que mejor le sentaba, igual que los Courreges y la madurez de sus primeras arrugas, pero es la última que he visto y es una linda comedia para ver y comentar.

Aunque este galán no se lo he envidiado tanto. Albert Finney no me da el tipo de hombre enamoradísimo que tiene en esta película. Bueno, de marido tal vez, porque con la costumbre y la familiaridad pierden un poco de lustre y se les pone como cara de aburridos, y aquí ya el tío lo clava. Según la película va contando la evolución (para atrás) de las parejas con los años, me va resultando más creíble como el marido de veinte años de matrimonio, frío y distante con su esposa, infiel con alguna jovencita y adicto al trabajo. Esto es un arquetipo, claro, porque es una alta comedia y todo se exagera y se encasilla para crear modelos perfectos o imperfectos. Porque, puestos a pensar, también la parte del enamoramiento brutal de la pareja es completamente superficial. Demasiadas risitas, saltos, besos, mimos y azúcar, que hasta Audrey parece un chorlito extravagante y empalagoso. Igual que luego será un cubito de hielo en elegantísimo y esbelto vaso largo...

Son cosas de Hollywood para explicar el amor: pasas de los 15 a los 60 años sin un poquitín de equilibrio entre ambos. Y eres el matrimonio insoportable de niña repelente maleducada o eres la perfecta imagen del saber estar, la discreción y la paciencia de Supernanny... Ahí: de cero a cien, todo...

Pero eso no es importante, con todos sus extremos y extravagancias es una película muy divertida, con sus toques exactos de ironía ácida, sobre el amor, la pareja, el matrimonio y el paso del tiempo por ellos. Y una alta comedia llena del glamour de su protagonista. Su presencia es la mayor baza: su elegancia, belleza y encanto. Un entretenimiento entretenido como una revista de sociedad, amor y lujo... incluso con alguna página con pinceladas de filosofía sabia, que todos recordamos: "¿qué clase de personas pueden pasarse horas juntas sin hablarse una palabra...?" ¿A qué recuerdas la respuesta...?