No es que Amal sea un pueblo excesivamente “fucking”. Seguramente es un lugar como cualquier otro, incluso puede que tenga más de bueno que de malo, lo que pasa es que Agnes y Elin lo odian porque no son felices allí. Tal vez porque no saben que se sentirían así en cualquier otro lugar. Lo verdaderamente “jodido” es la adolescencia. Ese es el sitio incómodo, solitario y doloroso donde está uno casi inexorablemente condenado a vivir unos años de su vida. Y mientras eso sucede, la vida es muy grande y los lugares muy pequeños.

Para Elin es incluso claustrofóbico; se siente asfixiada y aburrida en la rutina y la monotonía de sus días de instituto y sus noches de fiesta. Siempre los mismos sitios con las mismas personas, sin aliciente ni cambios y mira a su madre y ve un futuro que le parece horrible. Y, sin embargo, no parece que viva en un mundo hostil. Es la chica más guapa y popular, sus amigas la admiran y envidian y todos los chicos jurarían que han estado con ella, aunque solo sea en sueños, mientras ella solo piensa en huir de allí…

Agnes tampoco es feliz. Lleva un par de años en Amal y no tiene amigos ni perspectivas de tenerlos. Para todo el mundo es rara o transparente, así que se siente excluida en el instituto y pasa las noches escribiendo sobre Elin. Porque Agnes es desgraciada porque ama perdidamente a Elin que ni en sueños se ha fijado alguna vez en ella.

Hasta que una noche cualquiera, de esas de siempre en las que Elin se aburre y Agnes piensa en Elin, se encuentran y se conocen de verdad. Quiero decir que se descubren, se observan, se gustan y se enamoran. Amal ya no es un jodido pueblo sin horizontes y hostil, sino el lugar especial donde Agnes quiere a Elin pese a quien pese, y Elin descubre que no solo es la chica más guapa sino también la más valiente del instituto.

Preciosa película, llena de sensibilidad, empatía y ternura hacia la adolescencia, un lugar complicado donde también suceden milagros como el primer beso del primer amor… El inolvidable Amal de cada uno…