Meg (Jodie Foster), una mujer recién divorciada y en un excelente estado económico, busca criar a su hija Sarah (Kristen Stewart) por sí sola. Lo que la lleva a tener que buscar una nueva casa para comenzar una nueva vida.

Finalmente se hacen con una lujosa mansión en el lado oeste de Nueva York, la cual cuenta con varios pisos, un elevador, una gran cocina, lindo patio trasero, muchas habitaciones, entre otras cosas. En pocas palabras, una casa enorme para una famila pequeña.

Dentro de esta gran casa, existe un lugar especial, el cual fue construido por el antiguo propietario. Una habitación cuyo principal objetivo es mantener resguardados a los habitantes ante cualquier situación que se presente dentro del hogar, contando con un sinfín de provisiones para poder sobrevivir sin la necesidad de abandonar la habitación.

Júnior (Jared Leto), el nieto del antiguo propietario, sabe de la existencia de dicha habitación, y también del secreto que ésta esconde; una gran cantidad de dinero en una caja fuerte. Por lo que junto con Burnham (Forrest Whitaker), un empleado inteligente y capaz de forzar dicha caja, y Raoul (Dwight Yaokam), un ladrón armado y con mucha experiencia, deciden irrumpir en la casa para hacerse con el dinero, creyendo que está aún sin habitar.

Ante ésta situación, Meg y Sarah deciden aprovechar la habitación para resguardarse de los presuntos ladrones, creyendo que en cualquier momento se irán. Pero pronto se darán cuenta que precisamente para que ellos puedan irse del lugar satisfechos, deben hacerse con el botín que se encuentra debajo de sus pies.

Así se da comienzo a "La habitación del pánico" (Panic Room) un thriller muy bien escrito, por tener la capacidad de desarrollar una historia interesante y funcional en un espacio tan limitado como lo es una casa. De la cual, a lo largo de la película, no se sale en ningún momento (a excepción del inicio y el final), concentrando toda la trama y su tensión en este lugar específico.

El guión de David Koepp también lleva unos personajes muy bien desarrollados. Ya que no sólo se sienten las distintas personalidades de cada uno de ellos, sino que también la relación que llevan es orgánica y creíble.

Uno de los detalles por analizar dentro del guión y la trama son los chistes que se liberan de vez en cuando durante la película. A pesar de que se puede llegar a creer que estas bromas interrumpen el suspenso y la tensión, para mí terminan siendo un breve respiro que se le da al espectador después de una secuencia tensa, agregando que ayudan a percibir a los personajes de una forma cercana y más humana.

Otro detalle es el ruido y escándalo que generan los personajes a lo largo de la historia. Ya que dicha cinta se desarrolla en una madrugada lluviosa en un barrio concurrido, lo cual debe provocar que por lo menos los infiltrados deban ser lo más silenciosos y sutil posible para evitarse problemas.

Pero en momentos parece que esto se les olvida por completo, ya que el escándalo que se genera dentro de la mansión va desde gritos enloquecedores, martillazos a diestra y siniestra, y por si fuera poco, hasta la explosión de un tanque de gas. El cual por cierto es un poco inverosímil por el hecho de que los personajes involucrados, entre ellas Meg y Sarah, salen completamente ilesas ante una situación que por lo menos debería tener quemaduras de primer grado.

Todo lo anterior, también nos hace preguntarnos el por qué cualquier tipo de intervención tarda tanto. Ya sea por parte de los vecinos, o peor aún, por parte de la policía ante cualquier reporte de disturbio, que va desde una explosión, martillazos extraños, y sobre todo gritos.

La realización de David Fincher no sólo conserva, sino que aumenta la tensión y suspenso que venían presentes desde el guión. Además le brinda a la película un ritmo significativo, y también un tono muy oscuro.

Algo interesante en la realización de la película, es la combinación de movimientos de cámara con efectos especiales, los cuales nos transporta a través de cerraduras, mangueras, paredes, puertas y hasta una manija de cafetera.

Y aunque dichos viajes de cámara fueron llevados a cabo muy bien, nos hace preguntarnos si realmente son necesarios a lo largo de la película. En lo personal, creo que aportan en cierto grado al ritmo y suspenso, pero es mínimo, por lo que se pudo dispensar de éstos, y aún así la película no perdería en gran medida su ritmo y suspenso, y más aún en manos de Fincher.

En general, "La habitación del pánico" es un thriller escrito de manera inteligente, contándonos una historia muy bien desarrollada, y realizada de una manera única.

Jonathan R. González Muñoz.