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Ciencia ficción. Drama
Futuro, año 2000. En la megalópolis de Metrópolis la sociedad se divide en dos clases, los ricos que tienen el poder y los medios de producción, rodeados de lujos, espacios amplios y jardines, y los obreros, condenados a vivir en condiciones dramáticas recluidos en un gueto subterráneo, donde se encuentra el corazón industrial de la ciudad. Un día Freder (Alfred Abel), el hijo del todopoderoso Joh Fredersen (Gustav Frohlich), el hombre ... [+]
13 de enero de 2014
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la época en la que salió a la luz Metrópolis, en toda Europa soplaban tiempos de cambio. La Primera Guerra Mundial desvirgo al viejo continente, la Revolución Rusa abrió los ojos a las clases bajas y Alemania, después de salir derrotada de la Gran Guerra y firmar el tratado de Versalles, se sumió en una profunda crisis. En este periodo en Alemania, denominada República de Weimar, prolifero un profundo sentimiento de pesimismo en la población. El reciente mundo del cine se contagio de este sentimiento, e hizo posible el nacimiento del cine de vanguardia de corriente expresionista.
Metrópolis, es una fabula futurista que nos plantea un futuro en el que la sociedad, segregada en estratos sociales y perfectamente ordenada, cohabita sin tener contacto físico entre sí en una megalópolis carente de humanidad y sentimientos. Los obreros son esclavos y las élites, que tienen el poder y los medios de producción, despreocupadas solo piensan en como ocupar su tiempo. Solo un joven idealista, Freder, tras una aventura a los suburbios obreros, se da cuenta de la gran injusticia en la que esta fundamentada su realidad. El joven Freder, que encarna dentro de la simbología de la película la función de corazón, se enamora de una obrera, Maria. Esta pareja de enamorados, de diferentes estratos sociales, trataran de unir al amo y señor de la ciudad Joh Fredersen, el cerebro pensante de Metrópolis, representante de las clases privilegiadas y padre de Freder, con los obreros, las manos de la ciudad. Debido a los egoístas deseos de Joh Fredersen y al malvado Rotwang, un científico que se cree un Dios, de resucitar a Hel la difunta esposa de éste y madre de Freder, desencadenaran una ruptura catártica que provocará una revuelta obrera.
Metrópolis, es una fabula futurista que nos plantea un futuro en el que la sociedad, segregada en estratos sociales y perfectamente ordenada, cohabita sin tener contacto físico entre sí en una megalópolis carente de humanidad y sentimientos. Los obreros son esclavos y las élites, que tienen el poder y los medios de producción, despreocupadas solo piensan en como ocupar su tiempo. Solo un joven idealista, Freder, tras una aventura a los suburbios obreros, se da cuenta de la gran injusticia en la que esta fundamentada su realidad. El joven Freder, que encarna dentro de la simbología de la película la función de corazón, se enamora de una obrera, Maria. Esta pareja de enamorados, de diferentes estratos sociales, trataran de unir al amo y señor de la ciudad Joh Fredersen, el cerebro pensante de Metrópolis, representante de las clases privilegiadas y padre de Freder, con los obreros, las manos de la ciudad. Debido a los egoístas deseos de Joh Fredersen y al malvado Rotwang, un científico que se cree un Dios, de resucitar a Hel la difunta esposa de éste y madre de Freder, desencadenaran una ruptura catártica que provocará una revuelta obrera.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Podemos considerar a Metrópolis como una película expresionista, aunque en realidad tenga influencias de otras corrientes. Si bien su fotografía recuerda en gran medida a películas expresionistas anteriores, sus decorados se antojan futuristas, algunos modernistas y en sus alegorías rezuma el simbolismo. Metrópolis debe tanto a las vanguardias como al enigmático guión de la futura nazi Thea von Harbou que adapta su propia novela y, como no, a la visión aventurera e ingenua de Fritz Lang. La historia que nos cuenta el genio alemán no es más que una fabula, un cuento de hadas infantil de trasnochado romanticismo. De todas formas, en esta historia, Fritz Lang se alza como un gran generador de pesadillas, de un mundo de sombras que según su visión solo un mesías o iluminado encarnado por Freder y también por la joven Maria, seres sufridores y redentores, pueden revertir la situación. Y es que Lang muestra con las arcaicas interpretaciones de sus personajes el autentico patetismo que merece sobre todo los personajes de Freder y Maria. Ellos parecen sufrir más incluso que los auténticos desafortunados, los obreros de Metrópolis, que parecen más maquinas que seres vivos. Otro aspecto de la película es la de “el hombre que se cree un Dios”. En esta faceta encontramos a Rotwang, un científico enamorado de la difunta Hel esposa de Joh Fredersen y madre de Freder, que planea devolver a la vida a la difunta. En este proceso también se verá envuelta la joven Maria, la cual es sorprendente mente idéntica en apariencia a Hel.Es pues, ésta Metrópolis de Lang, una de las obras maestras de la modernidad cinematográfica y predecesora de películas como Blade Runner (Ridley Scott) o la saga Star Wars (George Lucas). Aunque en la actualidad su argumento nos parezca manido y su estética desfasada nos tenemos que rendir a los pies del señor Fritz Lang y a su Metrópolis pues no son más que hijos de su tiempo, del convulso periodo de entre guerras que sirvió como prólogo a la barbarie.