Existen guiones tan deliciosos que condensan el tiempo, suspendido en el aire, no pasa ni pesa, no lo hace en toda la larga duración del film. La película tiene una trama profunda, sensible, llena de inteligencia, de diálogos divertidos, escenas capaces de conjugar el dolor, la soledad, las heridas de una guerra, las diferencias sociales y el amor. Donde todos los personajes son atrayentes y todas las interpretaciones sensacionales. Es sin duda, una película magnífica, que sintetiza el placer y la magia del cine.
Quizá un final dentro de aquella cabina en el viejo cementerio de aviones, escena por la que ya merece todo el film, me habría parecido más acertada, más potente y dolorosa, más verdadera, sin ese intento de final feliz. Pero era 1946, y el mundo necesitaba creer en mejores finales, en que la mejor parte del mar era aquella que aún no se había navegado, en que los mejores años de la vida estaban por llegar.