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Voto de Ehavled Jef:
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Drama
Durante el período de la Restauración en una sociedad dominada por la hipocresía, por el peso de las apariencias y el dinero, la intriga relata los sobresaltos de una historia de amor sin esperanza, mezcla de pasión y rencor entre el general de Montriveau y la duquesa de Langeais. Adaptación de la novela "La Duchesse de Langeais" de Honoré de Balzac. (FILMAFFINITY)
11 de mayo de 2009
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El argumento se resume en esta frase: "Acero contra acero", en el sentido amoroso del tener amores entre un hombre y una mujer.
Una dama francesa, duquesa y un general héroe de Francia despliegan sus estratagemas de seducción amorosa en Paris de 1820. Ella es la primera que se interesa por él y le pide a una amiga que se lo presente. Él queda de una vez enamorado. Ella lo invita a que la visite en su casa a solas y a diario. Él accede y la visita día tras día durante meses. Pero ella es de ese tipo de mujer que en algunos países latinoamericanos llaman "calienta-huevos" o en idioma español universal, "calientapollas". Esto es, que con tanta invitación y deseos de tenerlo al lado lo va calentando y recalentando hasta el suplicio amoroso, son suma lentitud torturadora, de manera que cuando él con toda lógica biológica intenta meterle mano la pérfida dama lo frena, lo corta, lo frustra sin compasión, jugando continuamente al malvado juego del 'ámame pero no me ames', del dar esperanza y dejar que el hombre se ilusione, se excite, para luego de repente cuando lo está colmado de amor hacia ella, inmisericordemente impedirle que la coja, la abrace y complete su amor. ¡Qué hombre puede aguantar algo así sin volverse loco o hacer alguna locura!
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Una dama francesa, duquesa y un general héroe de Francia despliegan sus estratagemas de seducción amorosa en Paris de 1820. Ella es la primera que se interesa por él y le pide a una amiga que se lo presente. Él queda de una vez enamorado. Ella lo invita a que la visite en su casa a solas y a diario. Él accede y la visita día tras día durante meses. Pero ella es de ese tipo de mujer que en algunos países latinoamericanos llaman "calienta-huevos" o en idioma español universal, "calientapollas". Esto es, que con tanta invitación y deseos de tenerlo al lado lo va calentando y recalentando hasta el suplicio amoroso, son suma lentitud torturadora, de manera que cuando él con toda lógica biológica intenta meterle mano la pérfida dama lo frena, lo corta, lo frustra sin compasión, jugando continuamente al malvado juego del 'ámame pero no me ames', del dar esperanza y dejar que el hombre se ilusione, se excite, para luego de repente cuando lo está colmado de amor hacia ella, inmisericordemente impedirle que la coja, la abrace y complete su amor. ¡Qué hombre puede aguantar algo así sin volverse loco o hacer alguna locura!
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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Así, la duquesa logra que su enamorado se indigne y acabe endureciendo su corazón tanto como el de ella. Entonces llegará un momento en que ella probará la mismísima medicina o desconsideración amorosa y natural que ha empleado con él, porque en el amor cualquiera de las partes no lo puede basar todo en recibir y sólo recibir, tiene a la vez que dar, sino esa relación acabará avinagrándose y haciéndose monstruosa. De forma que lo que podía ser una historia de amor realizada con plenitud, por culpa de ella —que es la que empieza primero con esas malas artes de dejarse querer para cortarle dicha querencia cuando él quiere llevarla a su culminación natural— se vuelve una historia de amor imposible, fatal, desquiciante.
Y en conclusión, un amigo le aconseja al general que está perdidamente enamorado por la duquesa:
"No pienses en ella sino como un libro leído durante la infancia."
A lo cual él frustrado en amores contesta:
"Sí, no es más que un poema."
Desgraciadamente cuántas veces en este mundo un hombre que ama con todo el alma, el cuerpo y demás, no se ve tratado como un títere por parte de una mujer que se envanece creyéndose la Reina de Saba. Más el universo con su inteligencia invisible acaba poniéndola en su sitio y enseñándole con karma que quien no tiene consideración receptiva hacia el amante que le da un amor inmenso, no es digna de él y ha de pegar el precio de su estrechez (tanto la de arriba como la de abajo).
Así, la duquesa logra que su enamorado se indigne y acabe endureciendo su corazón tanto como el de ella. Entonces llegará un momento en que ella probará la mismísima medicina o desconsideración amorosa y natural que ha empleado con él, porque en el amor cualquiera de las partes no lo puede basar todo en recibir y sólo recibir, tiene a la vez que dar, sino esa relación acabará avinagrándose y haciéndose monstruosa. De forma que lo que podía ser una historia de amor realizada con plenitud, por culpa de ella —que es la que empieza primero con esas malas artes de dejarse querer para cortarle dicha querencia cuando él quiere llevarla a su culminación natural— se vuelve una historia de amor imposible, fatal, desquiciante.
Y en conclusión, un amigo le aconseja al general que está perdidamente enamorado por la duquesa:
"No pienses en ella sino como un libro leído durante la infancia."
A lo cual él frustrado en amores contesta:
"Sí, no es más que un poema."
Desgraciadamente cuántas veces en este mundo un hombre que ama con todo el alma, el cuerpo y demás, no se ve tratado como un títere por parte de una mujer que se envanece creyéndose la Reina de Saba. Más el universo con su inteligencia invisible acaba poniéndola en su sitio y enseñándole con karma que quien no tiene consideración receptiva hacia el amante que le da un amor inmenso, no es digna de él y ha de pegar el precio de su estrechez (tanto la de arriba como la de abajo).