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Israel Israel · Jerusalem
Voto de Ehavled Jef:
6
Drama. Thriller Francia, 1980. Un carnicero (Philippe Nahon) vive solo con su hija tras ser abandonado por su mujer. Un día la niña tiene su primera regla y corre hasta la carnicería de su padre que, al ver la sangre, cree que la pequeña ha sido violada. El carnicero sale enfurecido de la tienda y acaba agrediendo a un inocente. La niña es internada y él encerrado en prisión... (FILMAFFINITY)
24 de octubre de 2009
21 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Guión en torno a un personaje deprimente, nauseabundo (produce náuseas), un hombre desgraciado, quizás esquizofrénico, con satiriasis, obseso, harto del mundo, sin trabajo y sobre todo invadido por continuos y malos pensamientos.

Aún así, entre tanto pensar y repensar en negativo, algunas de sus reflexiones se pueden recuperar como filosófico-existencialistas al estilo francés. Por ejemplo:

«En cuanto los padres no tienen nada para darle a los hijos, éstos meten a aquéllos en un asilo, para que revienten solos y en silencio. Pero a los hijos no les importa un cuerno. El amor filial es un mito. A su madre uno la quiere mientras le dé leche. Y a su padre mientras le preste dinero. Pero cuando los pechos de la madre están secos, cuando los bolsillos del padre están vacíos, lo único que queda por hacer es meterlos en algún armario, esperando que mueran pronto y al menor costo. Así son las cosas. Así es la ley de la vida. Solo cuando hay herencia los hijos simulan ser amables. Pero cuando la única herencia es una heladera o una tele ni siquiera vale la pena simular. Tan sólo lo mínimo indispensable para tener la conciencia en paz. Una llamada al mes, unas lágrimas en el velorio y deber cumplido. (...) Las relaciones humanas son tan solo miserables negocios. (...) Follar no vale la pena. Cuesta muy caro. Aunque te ayuda a pasar el tiempo. Pero cuando se te van las ganas de follar, notas que no queda nada por hacer en el mundo. (...) La vida es un gran vacío. Siempre lo fue y siempre lo será. Un gran vacío que podría continuar perfectamente sin mí.»

O también en un tono más sociológico: «Los ricos nunca van presos. Uno de cada diez, por ejemplo. La cárcel es para los pobres. Cuando eres rico la ley está de tu lado. Pero si eres pobre no tienes derecho a robar, sólo a que te roben. Eso sí lo permiten.»

En fin una película para salas de arte y ensayo; porque algo así no cabe en salas de cine para gente común y corriente que lo que quiere es una gran pantalla para apasionarse, olvidarse de sus problemas, recrearse en dimensiones de alegre fantasía o felicidad, evadirse en el mejor sentido de la palabra.
Ehavled Jef
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