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Voto de Silvio de Arabia:
9
Animación. Aventuras. Infantil. Drama Balto, un perro lobo siberiani, mezcla de husky y lobo, se siente confundido en cuanto a sus orígenes y está marginado en Alaska, excepto por sus verdaderos amigos. Un día, de repente, se extiende una epidemia de difteria entre los niños de Nome, pero una violenta tormenta de nieve bloquea todas las rutas de transporte y la obtención de las medicinas necesarias se hace imposible... a menos que un grupo de perros pueda cruzar mil ... [+]
18 de febrero de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No tuve la suerte de ver esta película en mi infancia —al igual que tantas otras— y supe de su existencia apenas hace un día. El tráiler me sedujo rápidamente. Se trata de la misma historia del héroe de siempre. Nada ha cambiado desde aquellos doce trabajos de Heracles o las fatigas del Cid por la península. Como en el caso de Díaz de Vivar, encontramos a un héroe no desterrado (pues el desterrado siempre ha pertenecido a algo antes), pero sí desclasado. Por el mero hecho de ser mitad perro, mitad lobo (¡anda!, ¡como la canción de BoJack!) es un ser fuera de lugar. Demasiado rebelde para los humanos y demasiado perro para los lobos.

El hecho de ser un «outsider» por su carácter mestizo (como en el Don Álvaro de Rivas, o como en la bastardía de Quintín Roelas o tantos otros ejemplos de bastardos, mulatos, huérfanos o diferentes, en general) le genera a Balto un conflicto de índole existencial: «¿QUIÉN SOY?», «¿QUÉ SOY?», «¿PARA QUÉ SIRVO?». Conflictos de identidad que ya veíamos en El rey león y su desarrollo en ese destierro nihilista junto a Timón y Pumba, por ejemplo. Pero Balto tiene sueños. No es nihilista. Le gustan las carreras y quiere ser corredor; pero nadie lo acepta por su naturaleza. Es salvaje, vagabundo y se le presupone un carácter indómito. Rasgos oscuros del antihéroe de manual.

La estructura de la peli es simple: villano egocéntrico, héroe sin fe en sus capacidades, pero bondadoso, y el tópico chico-conoce-chica. Conocemos esa estructura. Es siempre la misma, con distinto collar (mi favorita en animación quizá sea la de Antz, con la frase final que pronuncia Z). Y funciona. Casi siempre funciona. Y conmueve. Conmueve porque todos queremos buscar nuestro lugar en el mundo y arañar algunos árboles con nuestas iniciales.

Por último: buenos secundarios con especial mención a ese ganso que parece una mezcla entre Nabokov y el burro de Rebelión en la granja, y la perrita llamada Dixie, que, pese a ser un dibujo animado, es imposible no ver en ella a una «redneck» clásica, de peinados excesivos y denso maquillaje, pero de buen corazón.
Lassie, muy correcta también.
Silvio de Arabia
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