Y de hecho, a mi me parece una maravilla, mucho mejor que otas tantas películas hechas sobre el tema colonial, como la cutre 1492 de Ridley Scott en la que parecía que la pasta sólo competía con la gandulería del señor director. Aquí no. Terrence Malick no me parece un buen director y ninguna de sus anteriores películas me gusta. Esta es una excepción. Una bendita excepción en la que el director entona perfectamente una maestría al dirigir a los actores y al arropar la historia con la mejor música, los mejores decorados, el mejor atrezzo y el mejor aura mágico, salvaje y sensitivo.

Sobre la historia no diré nada, ya que me parece perfecta en su ejecución, perfecta en su adaptación a partir de sucesos históricos y perfecta en su tono melancólico y épico que hace que mi corazón se ensanche al tan solo recordarla. Sólo me parece ligeramente excesivo el final, más que excesivo me parece desviado y alejado de lo que el director nos ha contado. Sobre los actores destacar sobre todo el trabajo de los secundarios, potente sustento de un aceptable Farrell y una bella y notable Q'orianka Kilcher, belleza nativa que otorga un tono lírico al largo de manera perfecta.

Poco más que decir: vénla, y no se fíen de opiniones ajenas (ni de la mía claro está) solo así descubrirán esta joya.