No negaré que es buena película, pero es demasiado artificiosa para resultar una obra maestra perdurable. Quizá marcó un hito, y entiendo que en su época se considera singularísima. Hoy, por el contrario, aburre un poco. Es demasiado de revista, de papel couché. Y no sólo por el excesivo glamour de sus dos protagonistas (para tratarse de una pareja algo alocada), sino porque el vecindario de la casa de enfrente parece el retablo de 13 Rúe del Percebe más que una gente real. Y qué decir del caso que centra la trama. ¿Cabe un asesino más pardillo? Y, sin embargo, me parece lo mejor de la película: la interpretación del siniestro y estupendo Raymond Burr.