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España España · Pamplona
Voto de Asier Gil:
8
Drama Darío, un chico de dieciséis años, disfruta de la vida con Luismi, su vecino y amigo del alma. Mantienen una amistad incondicional, se conocen desde niños y juntos han descubierto todo lo que saben de la vida. Tras la separación de sus padres, Darío huye de casa y empieza a trabajar en el taller de Caralimpia, un viejo delincuente con aires de triunfador, que le enseña el oficio y los beneficios de la vida. Darío conoce además a ... [+]
24 de febrero de 2020
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Nada hay como un descampado frente a torres de pisos minúsculos para sentir el aroma de los olvidados, de aquellos que quieren levantarse para respirar, pero se encuentran encajonados en un mundo que los usa como mano de obra barata. Resulta sencillo enfatizar sus miedos y sus miserias en una suerte de poesía mordiente con la que llamar la atención, pero la cámara de Daniel Guzmán carece de un estilo recargado y rehúsa esa munición de cine social que golpea la conciencia del espectador. Sin imposturas, sin crítica, sin filmar imágenes que embelesen y diálogos que haya que desmenuzar durante horas. 'A cambio de nada' es una historia realista plasmada con una enorme naturalidad y, pese a sufrir el lastre de no desprenderse de ciertos tópicos, impacta como solo puede hacerlo la vida misma.
Dos adolescentes con alma de barrio y una amistad de titanio habitarán un verano que cambiará su existencia. Uno de ellos, el más rebelde, huirá de un hogar roto en el que sus padres lo utilizan como arma arrojadiza, y acabará auxiliado por una anciana que recoge muebles viejos con un motocarro. Las ansias de libertad e independencia se enfangarán con el barro de los extrarradios, y su periplo terminará en comisaría, cuando la realidad le imponga a base de bofetadas dónde están los límites para un joven sin futuro.
Después de muchos años tratando de sacar a la luz un filme con tintes autobiográficos, Guzmán salió por la puerta grande del pasado Festival de Málaga gracias a una apuesta sin pretensiones. Su debut en los largometrajes ha descubierto para el cine español una mirada limpia, no del todo ávida de frescura -el argumento no aporta novedad alguna-, pero sí poseedora de una naturalidad aplastante. Su narrativa y estilo visual desechan el gusto por lucirse de muchos directores, que desean imprimir su sello en cada secuencia, y dejan en la boca el regusto de quien solo busca contar una historia. Y contarla tal y como es. Y contarla bien. Sin embargo, no se trata de una cinta completa, ya que presenta aspectos que limar, como el uso de clichés -sobre todo, en la relación de los progenitores- y la decisión de no sentenciar algunas de las subtramas. Pero la construcción de los dos protagonistas y de su relación sorprende por su veracidad y por no emplearlos para asestar denuncias sociales. Así, sin la poesía y los ánimos de mancharse en la suciedad de cineastas como Fernando León de Aranoa o Alberto Rodríguez, aparece un director que borda los diálogos y maneja con presteza el ritmo de un drama que se sirve de la comedia para llorar riendo.
Por si fuera poco, su órdago al enfrentar en el reparto a actores consagrados con rostros vírgenes dio unos frutos casi inmejorables. Por un lado, Luis Tosar da una clase magistral de cómo ganarse a la cámara con tan solo dos breves escenas, mientras que Miguel Herrán y Antonio Bachiller -enorme este último- encandilan con su complicidad y una trabajada capacidad para ser ellos mismos, por mucho que en el guion ponga otros nombres. A Herrán le faltan tablas cuando la emotividad debe campar a sus anchas en su rostro, pero se muestra ágil en la furia adolescente que impide ver con claridad hacia dónde estás corriendo hasta que ya te has chocado con el muro. Un inicio prometedor, al igual que el del propio Guzmán, del que se espera que siga contando más historias.

Diario de Navarra / La séptima mirada
Asier Gil
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